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—Pablo... Pablo...

Una dulce voz llamaba a aquel jóven. Al abrir sus ojos, se lleno de un terrible pánico al sentirse sumergido en las profundidades del mar. Su pánico lo alteró, pataleo con fuerza tratando de nadar fuera del agua.

Aun con todos sus esfuerzos, parecía que la luz del sol era cada vez más lejana. Pablo ya no podía contener más su respiración, si no hacia algo pronto verdaderamente iba a morir en el lugar que más odiaba.

—No tienes de que asustarte.

Al girar, contempló maravillado a la mujer más había amado en el mundo. Ella sonreía dulcemente, con una expresión de profundo amor llenando sus ojos. Traía puesto aquel vestido celeste que tanto le fascinaba y su sombrero, aquel hecho de paja que protegía su hermoso rostro de los rayos del sol. Su cabello tan dorado como el oro y su fina piel... Era ella, tal como recordaba sus facciones.

—Mamá...— finalmente hablo el chico.

Cubrió su boca, tratando de contener el aire al notar como gran parte de este había escapado en su suspiro. Aquella mujer, lentamente acerco su mano para tranquilizar a aquel muchacho. El contacto con aquella mujer, era igual al sentido de protección que había sentido en la prueba de las sirenas al despertar del embrujo...

—Tus manos están frías.

—Y las tuyas siguen tan cálidas como cuando aun eras un tierno bebé— acarició las mejillas de el jóven —Mi pequeño príncipe del Mar.

Así me llamabas cuando tratabas de calmarme.

Necesitas estar tranquilo, tu miedo al océano a limitado mucho tu capacidad. Cuando eras un niño, amabas el océano.

—En ese tiempo, aun estabas con vida.

—Lo que ocurrió fue un accidente, cielo.

—Trabajaste duro por semanas, turbos dobles, nocturnos y diurnos. Todo lo que hiciste para llevarme de vacaciones al lugar en que habías conocido a mi padre... Solo por mi curiosidad, si yo no te lo hubiera pedido...

—De igual forma lo habría hecho— Aquella hermosa mujer nadaba libremente —Siempre ame el mar, la vida que esconde es tan infinita como las estrellas que hay en el cielo nocturno. Mi niño, lo que ocurrió ese día no fueron más que una serie de horribles coincidencias.

Yo sobreviví...

—Si algo agradezco infinitamente es que eso pasará. Yo no podría haber vivido sin ti, pero tu mi príncipe del mar, luchas te.

—En más de una ocasión creí que moriría... Lo digo en serio.

—Esa bruja no debía tener tu custodia, quería que te quedaras con tu tío Mark, el vive en el estado de Arizona. El es un buen hombre, supongo que peleo por tenerte.

Destino (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora