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"Recuerdame en cada nota de un piano, cuando estés nerviosa al tocar, recuérdame viéndote con admiración. A pesar de que me vaya, no te preocupes, porque sé que estaremos bien por nuestra cuenta. Aún recuerdo la primera vez que te vi...
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Roseanne estaba tocando mientras que la castaña hacía nuevos modelos y medidas.
Se sentían extrañas.
Había pasado ya un tiempo desde que ambas hacían eso sin tener que ir a otro lado.
Incluso cuando la rubia entró a la sala, realmente sintió que nada era igual y no sabía si eso le gustaba o no.
Su piano permanecía en el mismo lugar, así como los recuerdos, pero las paredes dejaron de ser blancas y su vida dejó de ser tan monótona, algo que no se había imaginado que sucedería.
Paró de tocar, viendo detenidamente cada tecla que incontables veces han sido contadas.
No podía parar de pensar en Lalisa y en querer buscarla.
No podía mantenerse quieta.
Jennie desvió su mirada de todos los papeles que le rodeaban, para poder observar a la rubia.
— ¿Qué sucede?
Preguntarle no era más que un impulso, porque sabía que era lo que sentía.
Aunque le gustaría saber un poco más.
Pero llegó a la conclusión de que ninguna era buena para pensar en las cosas y realmente tener los pies en el suelo.
—Siento que no puedo quedarme quieta... Es como si estar aquí ya no me bastara para poder seguir.
La castaña asintió, comprendiendo lo que decía.
—Lamento si te molesta que te haya convencido para pintar las paredes.
— ¿Ah? No, no es eso, me gusta que lo hayamos hecho. — Jennie suelta un pequeño suspiro. —Solo es que hace tiempo que no pasamos la tarde aquí y después de saber tantas cosas, el estar aquí me hace sentir... Estancada.
— ¿Eso es malo? — Roseanne se encoge de hombros. — ¿Quieres hacer algo al respecto?
—No tengo nada en mente.
En realidad si sabía, pero le había prometido a Jennie que ese día descansarían y se dedicarían a sus estudios, aunque ella no tenía mucho que hacer.
Finalmente, la mayor le hace una seña para que fuese a su lado y la ayudara con las cosas que estaba haciendo, Roseanne le hizo caso.
—No entiendo porqué no te adelantan de curso, solo haces acto de presencia.
—Me gustaría entender lo mismo.
La castaña esboza una sonrisa y toma la pequeña libreta donde tenía los bocetos que había hecho durante el día y se la pasó a la rubia.
—Puedes pintar los bocetos, intenta usar colores fríos en los primeros dos, no lo hagas monocromático porque es exactamente como no debe estar, los otros tres, utiliza colores opuestos complementarios... ¿Por qué me miras así?