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"Recuerdame en cada nota de un piano, cuando estés nerviosa al tocar, recuérdame viéndote con admiración. A pesar de que me vaya, no te preocupes, porque sé que estaremos bien por nuestra cuenta. Aún recuerdo la primera vez que te vi...
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Al día siguiente, por suerte, tuvieron el día libre.
Roseanne estaba feliz por la compañía de Jennie, a pesar de que solo han pasado unas semanas, no podía negar que tener a la castaña a su lado, le hacía bien.
Y que aún sin indagar en la vida de su nueva amiga, sabía que compartían muchos sentimientos.
Si no fuese porque ella decidió abrir la puerta de su pequeña cueva y dejarla pasar, ambas seguirían solas, hablando con personas solo por necesidad u obligación.
Le causaba curiosidad, la única información que tenía era la más básica, es decir, que es lo que estudia, su nombre, edad, que viene de Corea y que empezó a estudiar en la academia un poco después que ChaeYoung.
Y para agregar, era una chica a la que todo el mundo le agradaba, aún teniendo una personalidad bastante tímida y un poco solitaria, el socializar no era su fuerte, pero estaba dispuesta a ayudar a quienes lo necesitaban, recibiendo así muchos regalos y la atención de la gente.
Tenía sentido, Jennie podía obtener miles de ojos yendo a su dirección.
Pero no esperes más que un "gracias" con una dulce sonrisa.
También quería preguntarles cosas, tal como la ha hecho con Roseanne, sin embargo, ella creía que no era prudente y que debía esperar un poco más.
Podía hacerlo.
Las horas estaban pasando lentas, ya de por sí, el día había estado más fastidioso que otras veces y estar en casa viendo al techo, no calmaba el cosquilleo que tenía la rubia en su cuerpo.
La excusa perfecta para llamar a Jennie.
—Kim Jennie, requiero de tu presencia, estoy haciendo fotosíntesis en esta cama y me volverá loca. — Escuchó la risa de la castaña al otro lado del teléfono.
—Park ChaeYoung, yo estoy plantada ¿Y tu te quejas de eso? — Roseanne también rió.
— ¿Estás ocupada? Si no me muevo ahora voy a enloquecer.
La rubia tenía sus dedos cruzados, implorando que su amiga estuviera libre.
— ¿A donde te gustaría, donde nos vemos y ahora?
—No lo sé, iré a tu casa, ahora mismo.
Y así pasó.
Roseanne no tardó mucho en arreglarse e ir a buscar a la castaña.
Esperó unos minutos hasta que vio la puerta abrir y como Jennie tenía medio cuerpo afuera, aún hablando con quien parecía ser su mamá.
—Mamá, no es la primera vez que te quedas sola aquí, volveré pronto, no te preocupes. — La castaña salió y suspiró, sonrió mientras se acercaba. —Lo siento, vino a quedarse unos días y teme que entren a casa.
