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La nostalgia que sentía al contemplar las calles en donde creció y vivió gran parte de su niñez y adolescencia era grande, nada había cambiado desde que se fue y eso era mucho tiempo.

El enorme manzano seguía ahí, la horrible bicicleta del anciano Hank se mostraba como recordaba, desgastada y vieja. Las vecinas que antes eran jóvenes ahora eran madres de niños pequeños que corrían tras ese balón rojo y ¿Cómo olvidar esa casa color crema? Donde él solía vivir antes de marcharse, era ocupada por otra familia.

La parada de autobús que tomaba para ir a la secundaria se veía mejor que antes.

El vecindario cambió un poco pero todavía mantenía su esencia pacífica y calmada.

Caminó por la acera, saludando a esas señoras de la tercera edad que le recordaban y que tuvo una que otra anécdota divertida a lado de ellas con su mejor amigo.

Su mejor amigo.

Se preguntaba si cuando lo volviera a ver lo golpearía o primero lloraría, cualquier opción, estaba preparado.

Posando frente a esa calle se detuvo, tan sólo debía cruzar la calle y finalmente estaría cara a cara con la puerta color blanca.

La puerta de la casa de los Choi.

Hace tanto que no sabe nada de ellos, no sabe qué ha sido de su hijo mayor SeokJin o de su hijo menor HueningKai.

No sabe qué ha sido de Choi Soobin.

Pensar en él altera su pulso.

Pero cree que debe decidirse ya porque algunas gotas de las cargadas nubes empiezan a golpear su cuero cabelludo, con la respiración trabada en sus pulmones cruza la calle con prisa, la lluvia parece juguetona pues golpetea con más fuerza.

Una vez a salvo de la fría agua del cielo suspira.

No lo piensa dos veces y toca el timbre. Es mejor recibir reclamos, regaños o algún golpe a mojarse y quedar tendido en la cama por un resfriado.

— ¡Voy!

Esa voz se le hacía familiar.

Al parecer el pequeño Kai seguía con esa vocecita inocente, sonrió al vagar en sus viejas memorias donde el pequeño niño venía a él pidiéndole caprichosamente que lo abrazara o cargara.

O cuando le pedía besitos en la mejilla.

Se siente tan nostálgico.

Cuando la puerta se abre espera ver a al niño que recordaba pero un poco más crecido, sin embargo, lo que se para frente a él es algo completamente diferente.

— ¿Uh? ¿Y-YeonJun hyung? ¿Es usted?

Sí, era un chico muy lindo como siempre.

El único detalle es que, ahora, le sacaba una cabeza. ¿Cómo pudo crecer tanto en tan poco tiempo?

A no ser que, no haya sido poco tiempo el que estuvo fuera.

— ¿Hyung?

— Hey — basta de sorpresas, era normal en esa familia que todos fueran altos, inclusive la señora Choi lo era — has crecido mucho Hyuka.

El cariño que el niño le tenía no pareció desaparecer como creyó pues antes de que se diera cuenta; fue rodeado por el menor que hundía su cabeza en su cuello, la ternura que le causó fue mucha y por eso mismo y porque realmente lo necesitaba dejó caricias en el cabello castaño.

— Ha vuelto hyung — lo abrazó todavía más como si fuera a irse cosa que ya no haría — ha sido un poco triste sin su presencia aquí.

— ¿De verdad? — no sabe si era su instinto de protección pero arrullo la cara de Kai en sus manos como solía hacer.

FILLE IDIOTE, IL EST À MOI © ║SooJun║✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora