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— Me enteré que estás enamorado.

Soobin quitó su atención de la malteada de vainilla para ponerla en su amigo pelirrosa que bebía una de chocolate. Jugó con la pajilla de dos colores, suspiro y asintió.

YeonJun seguía sin creer del todo que su mejor amigo, el mejor que pudo conocer y del que estaba cayendo enamorado (cosa que no iba a decir) estuviera perdiendo el tiempo en una chiquilla que no le daba bola.

Le enojaba.

Frunció su ceño, arrugó la nariz y bufó.

De tan sólo imaginarse al pelinegro con esa chica le hervía la sangre, haciendo tonterías como cambiarse de ropa, peinado o incluso su esencia con la finalidad ¿De qué? ¿Sólo la atención de esa tonta niña?

Él estaba disponible.

Choi Soobin era un chico bueno, el chico más adorable y lindo de la historia. La insensatez de que una simple chica le hiciera perder los estribos a su amigo le ponía celoso, ella que tenía a semejante Dios a sus pies, lo ignora y rechaza.

Estúpida niña inexperta.

Pero él se encargaría de que la olvidaran.

Porque si ella no se daba cuenta de lo que tenía en frente, él haría que lo hiciera. Cuando lo haga, cuando ya haya sido capaz de notar al pelinegro, de notar su chispa, su belleza y su increíble personalidad, cuando ya haya notado a su mejor amigo, a Choi Soobin; éste ya fuera suyo.

— Me imagino que es de esas chicas correctas — sonrió descarado — una niñita buena que nunca se mete en problemas y obedece a mamá y papá.

Soobin alzó una ceja a la vez que intentaba entender el porqué del sarcasmo en la voz de su amigo. YeonJun movía con su dedo la pajilla dentro de la malteada, tan tranquilo y eso lo desconcertó.

¿Se estaba burlando?

— Arin es educada, sólo eso.

La actitud del pelirrosa lo confundía aún más pues con su respuesta sólo logró hacer reír a YeonJun, que lo mirase con esos ojos verdes dignos de un gato con tanta intensidad; lo hizo tragar, cuando los labios rosados sonrientes fueron empapados de saliva a causa de esa lengua traviesa que se paseaba tentativamente por estos, relamiendóse.

Como si le estuviera coqueteando.

Prefirió bajar la mirada a su bebida y olvidar la imagen de su cabeza.

La sensualidad que YeonJun tenía.

Sus vellos se erizaron.

¿En qué cabeza le cabe? ¡No puedo imaginarse a su mejor AMIGO en una escena como esa! Estúpidas hormonas que no le dejan en paz, vamos, no es un maldito puberto de dieciséis años. Es un hombre universitario de veintiún años que ya es lo suficientemente consciente de sus sucios deseos.

Mordió su lengua para bajar el calor de sus mejillas, imaginándose ahora la dulce y tierna cara de la chica que le gustaba.

Arin era lo que él quería.

Sus pantalones no dicen lo mismo.

¿Qué pasa ahora? Ya había superado esto.

— Ay Soobin — dijo entre suspiros tarareando un "tututu" al mismo tiempo negaba con la cabeza y seguía jugando con su popote — tus gustos en chicas son cuestionables.

— ¿Disculpa?

— Para eso mejor ve a una iglesia. Allí hay más santas de las que crees.

— Pues perdoname pero mis gustos no son para nada cuestionables. Los tuyos sí.

FILLE IDIOTE, IL EST À MOI © ║SooJun║✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora