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Para mejor efecto escuchar Experience de Ludovico Einaudi (multimedia)

Narrador : Adelina
Lugar: Cuarto de descanso
Hora: Desconocida

Camino hasta la salida del cuarto pero al salir lo pienso dos veces por qué debo buscar la espada de Hefesto.

Me giro en busca de mi armadura y me la colocó.

>>¿Estás segura?<<

>>¡Si!<<

>>Voy a recuperar a Will y si puedo usarla dos veces, revivire a mi padre<<

Doy la vuelta pero algo me frena.

1,2,3,4...
¿Minutos?, ¿Horas?, No lo sé pero estuve en blanco.

Miro a mi alrededor insegura, nunca me había pasado algo así pero avanzo, conforme avanzo me comienzo a sentir pesada.

>>¿Qué me pasa? <<

Siento algo que me oprime el pecho y me llevo la mano de manera involuntaria.

Recuerdos comienzan a surgir pero los reprimo, el peso aumenta y escucho la lluvia a lo lejos.

*Primer recuerdo*
Murio por tu culpa, ¡Fue tu culpa! —la mano de mi abuela se impacta contra mi mejilla provocando un sonido sonoro.

*Segundo recuerdo*
Despierto por las pesadillas de la muerte de mi padre y mi madre se acerca.
—Todo está bien —Soba mi cabeza.

—Los recuerdos siguen, lo extr—me interrumpe.

—Solo duerme, olvídalo —Se va del cuarto y es la sexta vez que me rechaza.

*Tercer recuerdo*
—Por favor, no me toques —Lucho pero tan solo tengo 14 años y mi fuerza no es suficiente.—Alejate tío

—Shh— Susurra en mi oreja y cierro los ojos con fuerza mientras las lágrimas rodan por mis mejillas.

*Quinto recuerdo*

—¡Lo asesinaste!, El pago, no hizo nada malo —Golpee aquel hombre.

Era tu vida o la de él, él murió por tu culpa —Sonrio

Mi padre y mi novio murieron por mi culpa.

Los recuerdos pasaban y me sentía más pesada, oprimida, salí corriendo del lugar y mi piel tuvo contacto con las gotas de las lluvia.

Comencé a quitarme toda la armadura pensando que era eso, la quite de mi con desesperación hasta quedarme con la bata y la opresión no disminuyo, voces comenzaron a sonar, me giraba con desesperación para saber de dónde provenían pero no las veía.

Es tu culpa, no huiras, no lo lograras, siempre es lo mismo, mi pequeña, lo mataste, drogadicta, siempre es lo mismo.

—¡Ahhh! —Grite con fuerza por qué un dolor se apoderó de mi cabeza. —¡Basta!

Me di cuenta que el peso no era físico era emocional, mental.

Competencia De DiosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora