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Un mes después, Mew estaba tirado en el mismo sofá, con su brazo alrededor de la cintura de Janne mientras que veían una película juntos, cuando oyó el sonido de la llave girando en la cerradura.

Gulf se quedó en la puerta, parpadeando hacia ellos como un búho.

–Oh –dijo–. Pensé que estabas en casa de Zee. Lo siento por irrumpir –Se dio la vuelta.

–¡Kana, espera! –Mew se desenredó del sofá y fue hacia su mejor amigo. Agarrando los hombros de Gulf con sus manos, lo estudió. Los ojos de Gulf estaban sospechosamente brillantes–¿Qué pasa? –preguntó en voz baja.

Gulf se encogió de hombros y sacudió la cabeza, evitando su mirada.
Los labios de Mew se apretaban entre sí.

–Cariño, ¿puedes dejarnos solos, por favor? –dijo, alzando la voz.

–Claro –dijo Janne, tan comprensiva siempre–. Nos vemos, Gulf –Ella agarró su cartera, dio un beso fugaz en los labios a Mew, y luego, se había ido.

–No deberías haberlo hecho –dijo Gulf, envolviendo sus brazos alrededor suyo, con el rostro pálido– Lo siento. Sólo quería caer aquí para pasar la noche. Pensé que estabas en lo de Zee.

Mew cerró la puerta, tomó a Gulf por el brazo y lo condujo hacia el sofá. Lo obligó a sentarse antes de ir a buscar unas cuantas botellitas de whisky. Las abrió, ofreciendo en silencio una a Gulf, y se sentó junto a él.

–¿Quieres hablar de ello?

Gulf negó con la cabeza y tomó un gran trago de su botella.

Una hora más tarde, Gulf estaba apoyado pesadamente contra Mew, una mejilla presionada en su hombro, su botella flojamente agarrada con la mano que no tenía un agarre de muerte en la camisa de Mew.

–Realmente me gustaba –murmuró Gulf, arrastrando las palabras–. Me gustaba, Mew.
Mew se mordió el interior de la mejilla para aguantarse de decir “te lo dije”. Eso no era lo que Gulf necesitaba ahora.

–Quiero decir –murmuró Gulf–, no lo amo, pero pensé que podría, algún día, ¿sabes?

–Lo sé –Mew dijo con dulzura, pasando los dedos por el cabello de Gulf, masajeándole el cuero cabelludo.

Gulf hizo un ruidito, apoyándose en la caricia.

–Odiaba que yo estuviera en el armario. Que no pudiera presentarlos. A papá y a él. Le dije que no estaba preparado, y me dijo... me dijo que tan sólo no lo amaba... y que debería decirle a papá o habríamos terminado. Yo sólo…no pude. Papá estaría... estaría decepcionado. Más decepcionado conmigo de lo que ya está.

Mew quería golpear a Vachirawit hasta volverlo puré. Y a Somchai Kanawut después.

–Tu padre te ama –dijo Mew. Sabía que era verdad. Pese a todos los defectos de Somchai, él amaba a su único hijo, a su manera.

–Eso no quiere decir que no esté decepcionado –Gulf murmuró apenas audiblemente, sus palabras amortiguadas por la camisa de Mew–. No soy nada parecido a él. No soy inteligente y de pensar en frío. No soy muy bueno en los negocios. Si no tuviera los ojos Kanawut, creería que me cambiaron al nacer –se rio–. Pese a que no significa demasiado. Saint tiene los ojos Kanawut y él no es un Kanawut –se rio de nuevo–. De hecho, Saint hubiera sido un mucho mejor Kanawut que yo. Es inteligente y perspicaz
con sus inversiones…Zee me contó eso. Papá lo habría aprobado.

Mew tomó la barbilla de Gulf y levantó su cara. El aspecto de “miseria absoluta” en la mirada de Gulf, le retorcía las entrañas formando un apretado nudo de enojo.

Mejores amigosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora