Mejores amigos

08

–Mew, levántate.

Mew se enterró más profundamente en las almohadas.

–Cierra la puerta al salir. Dormiré hasta el mediodía. Es mi día libre.

–Tu otra mitad quiere hablar contigo.

Mew se obligó a abrir los ojos y, lagañosos, los fijó en Saint.

–¿Kana está aquí? ¿Ahora?

Saint levantó las cejas, una expresión divertida surgiendo en su rostro.

–Debe ser difícil ser tu novia, Mew.

Janne se echó a reír, saliendo del baño. Ella ya estaba vestida, con un impecable maquillaje.

–Estoy acostumbrada a su muy masculino amor platónico – dijo –. Estaría extremadamente celosa si no estuviera segura de que Mew vomitaría si alguien lo obligara a tocar a Gulf de ese modo. Creo que su bromance es lindo.

Estirándose, Mew se incorporó.

–No somos lindos –se quejó, tratando de sacudirse el sueño–. Los hombres no son lindos. Y salvo que quieras conseguir una buena mirada, sal de mi habitación, Saint.

Saint dedicó una mirada escrutadora al desnudo pecho de Mew.

–Realmente eres bastante caliente–. Mew se quedó mirándolo.

–¿Gracias?

–De nada –dijo Saint, como si estuviera hablando del clima–. Y tienes que saber que tengo estándares muy altos. Si Zee no fuera Zee, follaría contigo.

Mew soltó una carcajada.

–Si a mí me interesaran, aunque sea un poquito los tíos, follaría contigo, también. Eres mucho más bonito que Janne.

–¡Ey! –dijo Janne, riendo.

–¿Qué? Es la verdad –dijo Mew. Janne miró a Saint y sonrió.

–Está bien, no hay vergüenza en ser menos bonita que Saint.

Saint les dedicó una mirada taimada.

–Deténganse. Solo déjenlo.

–No te hagas el ofendido –dijo Mew, sonriendo–. Escuché a Zee llamarte ‘carita de muñeca’ demasiadas veces, lo cual es mucho peor.

La mirada que Saint le dio era muy dulce, y muy venenosa.

–Tú no eres Zee. Sólo él puede salirse con la suya al llamarme con motes ridículos. Ahora sal de la cama y no hagas esperar a tu precioso Kana.

–Solo dile que suba –dijo Mew, dejando que las sábanas caigan a sus pies mientras salía de la cama.

–¡Ey! –dijo Saint, volteándose ruborizado.

–Te lo advertí –Mew dio un beso de despedida a Janne antes de desaparecer en el cuarto de baño.

Una ducha rápida después, se anudó una toalla a la cintura y salió del baño.

Janne y Saint se habían ido. Gulf estaba de pie junto a la ventana, mirando al patio trasero.

Mew se detuvo, frunciendo el ceño al notar la tensión en los hombros de Gulf.
–¿Kana?

Su amigo se dio vuelta y la expresión en su rostro no hizo nada por calmar la aprensión de Mew.

–Necesitamos hablar–. Mew se echó a reír.

–¿Estas terminando conmigo?

Gulf no sonrió. En todo caso, el aspecto sombrío en sus ojos se intensificó.