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Saint arrugó la nariz mientras veía a la ruidosa multitud vitoreando a su alrededor. Una fiesta de Año Nuevo. Si alguien le hubiera dicho un año atrás que iba a ser el anfitrión en grandes reuniones familiares, varias veces al mes, habría pensado que era una broma. Una muy mala. Pero no podía negar que había una parte de sí que lo disfrutaba. Ayudaba que realmente parecía agradarle a la familia de Zee, lo cual era bastante desconcertante, considerando que no se había esforzado por ser agradable.

–Entonces, ¿dónde está?

Saint volvió la cabeza hacia su hermano adoptivo.

–¿Dónde está quién? –Gabe le dio una mirada.

–Tu hermano. Tu verdadero hermano–. Saint se encogió de hombros.

–No lo sé. No lo he visto últimamente –Y eso era un anticlímax. Había estado preparándose para tener la incómoda conversación entonces-tú-eres-mi-hermano durante días, pero no había visto ni un rastro de Gulf desde Navidad. Había pensado que Gulf de seguro vendría a esta fiesta, pero Mew había llegado con su exnovia, la cual aparentemente ya no era una ex.

–¿Entonces vas a reconocerlo como hermano?

Saint volvió a mirar a Gabe, sorprendido. Su relación podría haber mejorado algo durante este año, pero realmente aún no hablaban sobre temas personales. Desde luego, no había esperado que Gabe le preguntara eso.

No estaba seguro de qué responder. A decir verdad, había odiado a Gulf cuando pensó que Gulf lo tenía todo mientras que él no tenía nada. Ya no pensaba eso. En todo caso, ahora se compadecía de Gulf.

–No lo odio –dijo Saint, haciendo una mueca–. Quiero decir, solía hacerlo, pero es tan jodidamente inofensivo y agradable. No es divertido odiarlo. Es horrible.

Gabe se rio.

–¿Y por qué te importa? –Saint preguntó, curioso. La incomodidad de Gabe era evidente en su rostro.

–No lo hace –dijo rápidamente–. Sólo preguntaba.

Saint lo estudió por un momento antes de que una lenta sonrisa jalara sus labios.

–No te preocupes, siempre serás mi hermano favorito para odiar.

Gabe puso los ojos en blanco con un largo suspiro y se fue hacia su novio.

Sin dejar de sonreír, Saint buscó a su alrededor, pero su propio novio no estaba a la vista. Tal vez Zee estuviera en la terraza.

Saint fue a la terraza y sonrió al ver su alta y solitaria figura viendo los fuegos artificiales en la distancia.

Sólo cuando llegó afuera, se dio cuenta de su error. No era Zee; era Mew.

Saint estuvo a punto de dar la vuelta, pero lo dudó, su curiosidad picándolo. Había oído que Mew había vuelto con su novia hace apenas unos días. ¿Qué estaba haciendo aquí solo?

Se acercó y Mew volteó ligeramente la cabeza.

–No sabía que fumabas –dijo Saint.

Mew le dio una larga calada al cigarrillo, su mirada volviendo hacia los fuegos artificiales.

–No he fumado en años.

–¿Por qué?

Mew no respondió de inmediato.

–Kana es sensible con el humo del cigarrillo.

Saint sintió sus cejas subir. La respuesta de Mew no lo sorprendió; su voz lo hizo: completamente monótona, carente de emoción.

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