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El rubio se subió de forma tímida al auto de los Mitsuba, mientras que con una mano limpiaba sus lágrimas, y con la otra sostenía la de Mitsuba

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El rubio se subió de forma tímida al auto de los Mitsuba, mientras que con una mano limpiaba sus lágrimas, y con la otra sostenía la de Mitsuba.

Su mirada estaba enfocada directamente al piso del auto, no podía levantarla, pensando que daba pena. El hecho de verse tan vulnerable afectaba, especialmente en el auto del contrario, se suponía que el no era así, era el chico alegre, No quería ser una carga para Mitsuba.

la señora mitsuba miró al asiento de atrás al escuchar el ruido de la puerta abrirse, cambiando su expresión al ver al chico que acababa de entrar con lágrimas en los ojos, siendo consolado por su hijo, su cara reflejaba preocupación, llevo su mirada a su hijo, quien negó con la cabeza, en forma de decirle que no se entrometiera. El pelirrosa tocó con pudor el hombro del rubio para que le prestara atención, lo que logró.

-¿Me dirás qué fue lo que pasó? -El contrario asintió lentamente con la cabeza, mientras que Mitsuba suspiraba de forma comprensiva.

-Yo... -Repitió la seña con frecuencia, nervioso. Quería empezar, pero no sabía cómo, volviendo llorar, y a la vez enojándose por eso-. E-extraño a mi madre.

Logró finalmente sentenciar, mientras apretaba sus puños. Recordaba todo lo que pasó hace tanto sólo unas horas, sólo le daba... Pena, pena, porque sabía de que su madre estaría aún más decepcionada de el de lo que ya estaba luego del incidente, de que su padre le gritaría terriblemente al volver a casa, que lo castigaría e incluso quizá le prohibiría ver al chico sordo que removía su mundo, y que hasta su hermano debía odiarlo ahora.

Realmente eran muchas cosas, y de una forma u otra, aún así Mitsuba logró entenderlas todas con tan solo tres señas.

Posó su mano sobre la del rubio. Sabía exactamente cómo se sentía, había pasado por algo bastante parecido, por no decir igual. Con este pensamiento, dirigió su mirada hacia el, siendo correspondido y chocando miradas con Minamoto, quien encontró un sentimiento de apoyo profundo en la mirada del pelirrosa, planteándole un pensamiento que lo reconfortaba frente a toda la negatividad actual en su mente.

Claro, no estaba solo, no tenía que pasar por eso sin compañía, el tenía a Soūsuke con el. Sonrío, de forma inconsciente, recibiendo el acto de forma recíproca.

Mientras seguían el camino hacia la casa del pelirrosa y su madre, Kou se dió cuenta de que él chico siempre estuvo allí para él, incluso de forma inconsciente. Era él quién siempre lo seguía y apoyaba en todo, hasta en sus más insensatas ideas. Siempre él, siempre Soūsuke.

En ese momento sintió como algo, o más bien alguien, se apoyaba en su hombro. Mitsuba se había quedado dormido, y descansaba su cabeza en el hombro del rubio. ¿Cómo no se había dado cuenta? El era uno de los motivos de su felicidad. Ahora se desviviría pensando que su felicidad se había dormido en su hombro, con la cara más linda que había podido poner, los pómulos más suaves, y las pestañas más largas que podía imaginar.
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" Luz. " - Mitsukou ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora