" -Yo... No puedo escucharte. "
La vida de Mitsuba era miserable, de un día a otro no podía escuchar El trinar de los pájaros. Pero las cosas cambiarían cuando una " luz " llegará a su vida.
• Deaf ! Mitsuba au
• Au dónde todxs están vivos y viven e...
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Habían prolongado ya por un mes ese momento, pero eso era todo, había llegado la hora.
Aunque el padre de los chicos quería esperar al momento adecuado, esto no se pudo, la mujer le había confesado que no soportaba un día más en esa casa, y ese día se iría al anochecer, ya había empezado a hacer su equipaje, dejando de lado lo que diría el hombre.
Realmente no podía creer como la persona de la que se había enamorado se volvió en un monstruo así. Ni siquiera había pensado en sus hijos, diciéndole que le dejaría la custodia absoluta de estos sin pelear ni mandar el caso a tribunales para “empezar de nuevo”, como si no le importaran, como si no pensara en todo el esfuerzo que el hombre debería de hacer para mantener a su familia por su cuenta.
Bueno, suponía que debido a su salario no sería tan grande problema, pero aún así, podía ver como aquella señora se había convertido en un ser terriblemente antipático, ¿Cómo no se había dado cuenta antes, que había ocurrido?, Preguntas que nunca respondería, viendo a la menor alistando la última de sus maletas.
—Dime… ¿No los vendrás a ver jamás? —Le preguntó desesperado, antes de convocar a sus primogénitos, ¿Cómo les diría un tema así tan repentinamente?
—No.
—Eres increíble. —Soltó un bufido, genuinamente impresionado—. Son tus hijos, ¡Nuestros hijos, no son juguetes que puedes abandonar! ¡¿Qué acaso todos estos años criándolos no significaron nada?! —La contraria le respondió con una despectiva mirada—. Ah, cierto, tu nunca los criaste.
—¡No oses a faltarme así el respeto, Minamoto!
—¡¿ENTONCES QUÉ ES?! ¡NO PUEDO ENTENDERLO! ¿¡QUE TE HICIERON PARA QUE LOS ODIES TANTO!? —Gritó con una rabia inimaginable, levantándose para quedar frente a ella, a sus ojos, los menores a los que había criado con esfuerzo eran los.mejores hijos que podría tener.
—Esos niños no hacen más que fallarme. —Declaró en un tono frío—. Teru es homosexual, Kou no hace más que decepcionarme, y Tiara tiene 5 años, y no puede hablar.
—¡Tu hija es sordomuda mujer, por supuesto que no puede hablar bien, Y AÚN ASÍ LO INTENTA, NO SABES CUÁNTO LO INTENTA! —Le respondía ya casi llorando, podía recordar los días en que la pequeña trataba de hablar bien para parecerse a sus hermanos, para poder encajar, y le rompía el corazón que su propia madre pudiera hablar así de ella—. ¡¿Qué acaso no hay ni una pizca de empatía en tu frío corazón.
—Para ellos, no. —Finalizó—. No hacen más que decepcionarme.
Esa mera frase pudo responder todas sus preguntas al mayor, quién sonrió de forma cínica.
—¿Sabes qué? Está bien, vete. Vete y no vuelvas jamás, de todas formas, estarán mejor sin un monstruo como tú. —Se acercó a ella, de forma intimidante—. Quizá ellos te fallaron a ti, pero nunca lo harán como tú les faltaste y fallaste a ellos, eres una pésima madr-
