Días pasaron desde aquella vez que había tenido aquella riña con Billy, su rostro ya se encontraba en perfectas condiciones y ya no se había vuelto a topar con aquel rubio desquiciado. Steve estaba más que agradecido con ello.
El verano había arribado completamente a Hawkins, podías sentirlo en el ambiente, el clima estaba sumamente caluroso, el gozo de los niños por haber salido finalmente de la escuela y poder invertir su tiempo en cualquier estupidez, la piscina pública era una buena opción, estaba a reventar y era momento que saliera a divertirse.
Servir helados no era el trabajo que Steve había esperado pero estaba conforme, es decir, estaría viendo a chicas en el centro comercial, podía comer helado gratis y su compañera de trabajo era bastante agradable. Eso recompensaba la miseria que le pagarían.
Conseguir un trabajo era solo una prueba, Steve lo sabía, sus padres tenían dinero, podían conseguirle un trabajo mejor y fácilmente en alguna empresa pero lo habían castigado, digamos que sus notas durante su estadía en la escuela no eran buenas, sus padres habían escuchado rumores de todas las fiestas que hacía en sus tiempos cuando era amigo de Tommy y Carol, no estaban muy feliz con eso y la cereza del pastel era que no había conseguido entrar a ninguna universidad.
Sus padres lo dejarían trabajar tal vez todo el verano y luego lo llevarían a New York con ellos para colocarlo en la empresa familiar.Sus padres tenían su futuro arreglado, sin embargo, aquello no dejaba de preocuparlo siempre. Le temía aquello.
-¡Tontito, es tu turno para servir! -la pecosa gritó mientras entraba a la parte trasera del local donde Steve se encontraba descansado.
-Está bien -dijo a regañadientes, salió de la parte trasera y colocó una de sus mejores sonrisas para atender al cliente.
Esa sonrisa se borró de inmediato cuando el castaño vio de quien se trataba.
Quería hacer un hoyo en el suelo para poder meterse en el y evitar esta maldita situación.-Wow, qué sorpresa -Billy se burló una vez que vio a Steve saliendo con aquel traje de marinero- ¿Te pagan más por ponerte esos shorts? ¿ O te gusta humillarte a ti mismo como todos lo sabemos? -interrogó siempre con aquel tono burlesco que Steve odiaba tanto.
-¿Qué es lo que quieres? -Steve ignoró el intento de Billy de querer tocarle las pelotas.
-Estoy bastante seguro de que tampoco te pagan por tratar a tus clientes así, Rey Steve -amenazó mientras miraba desafiante al chico frente a él.
-Si no vas a ordenar nada, entonces vete a la mierda -espetó molesto el de lunares.
Ambos tenían el ceño fruncido a este punto, ¿era a esto lo que el ojiazul había venido? ¿Por una revancha?
Billy se acercó con rapidez al castaño a través del mostrador tomándolo de la camisa. Ambos rostros frente a frente; Steve podía otra vez sentir la respiración de Billy contra la suya, el olor de cigarrillos y loción de hombre.
Era algo extraño el hábito que este chico tenía, no saber sobre la distancia personal cada vez que se le acercaba a hablarle.
-Te gusta que te golpeen, ¿no? -preguntó mirando a Steve a los ojos, luego sus labios y nuevamente subió su mirada a los orbes cafés- Porque en realidad no tengo ningún maldito problema para desfigurar tu estúpido rostro si es lo que tanto quieres -Steve tragó saliva pero no se mostró con temor, lo miraba desafiante y con la misma ira.
-Dime lo que quieres, Hargrove -murmuró Steve contra el rostro del rubio, mirando aquellos ojos color azules justo como el mar, labios rosados, cejas pobladas y un pequeño bigote- Si no lo haces, tendré que pedirte que te vayas ahora mismo
Se quedaron unos breves segundos de esa manera examinando el rostro uno del otro, tratando de descrifrarse uno con el otro. O eso pareció ver Robin quien miraba la escena confundida. Por otro lado Steve estaba preparado para sentir el puñetazo de Billy contra su rostro, estaba seguro que el rubio iba a golpearlo allí mismo pero ese puñetazo nunca llegó, porque nuevamente, le habían salvado de ser golpeado violentamente.
-Hey, viejo. No quiero ser grosera, pero por favor deja a mi amigo aquí solo, tenemos cosas que hacer, ahora mismo. Voy a prestártelo luego, si fue a eso a lo que viniste. Pero aquí solo servimos helado y si no vas a pedir uno, ya sabes donde queda la salida -Robin se dirigió con rudeza hacia Billy.
El ojiazul examinó una vez más del rostro de Steve, soltó una leve sonrisa y dejó ir con brusquedad el agarre en la camisa del castaño.
-Terminaremos esto más tarde -aseguró, miró a Robin de pies a cabeza con aquella misma sonrisa que Steve quería borrar por completo, aquella sonrisa coqueta y se marchó de lugar.
-¿Qué mierda fue eso, Harrington? -preguntó la chica asombrada y confusa.
-Es un idiota, olvídalo, no es nada -el castaño murmuró tranquilo, arreglando su vestuario mientras negaba levemente con la cabeza, maldiciendo una y miles de veces el nombre de Billy en su mente.
-Oh, no lo sé, Steve. Creo que eso no fue nada.
-¿Qué? ¿Qué quieres decir? -el castaño se giró a verla confundido.
-Simplemente no sé lo que vi. No sé si quiere darte una paliza o te quiere follar aquí mismo en el mostrador, amigo -la pecosa ladeó la cabeza.
El rostro de Steve era un poema.
-¡¿Qué?! -exclamó- Eso es una locura, no digas como esas -hizo una mueca de asco, mientras negaba rotundamente.
-¿Qué? No es culpa mía la forma en que te estaba viendo, o debiste haber hecho algo para que se cabreara mucho contigo. Solo te digo -levantó las manos en el aire.
-Simplemente no le agrado. Él me odia por cualquier maldita razón que se le pueda ocurrir, pero no es como que si me importara una mierda, solo ignóralo -se encogió de hombros, tomó una banana y empezó a comérsela.
-Gracias por salvarme el culo, Robin -imitó una voz masculina la chica- De nada, bobito. Fue un placer salvar tu trasero de ese tipo que literalmente quiere matarte -habló sarcástica.
Steve rodó los ojos y soltó una gentil sonrisa.
-Gracias, Robin.
Después de eso, ambos volvieron al trabajo. Robin completamente confundida por el comportamiento de ambos chicos y Steve deseando no ver a Billy nunca más.