Dos días habían pasado desde que Billy había llegado al trabajo de Steve y Robin lo había ayudado para que el rubio no le partiera la cara. Como sea, el castaño no se había encontrado al ojiazul en ningún lugar, ¿Qué más bendición que esa? Ese pueblo era pequeño, era difícil no toparse con alguien. Tal vez finalmente el destino se estaba poniendo de su lado, era suerte o la vida se había cansado de tratar mal a Steve.
-Iré a tirar la basura, empieza a cerrar todo.
Steve le ordenó a la pecosa mientras tomaba dos bolsas de basura y empezaba a caminar hacia la parte trasera del lugar la cual daba a un gran pasillo donde solía meter a los niños para que entraran al cine y también al callejón donde cada puesto del centro comercial depositaba sus bolsas de basura. Había una gran fila de toneles por todo ese callejón que el castaño no sabía que hora saldría una manada de ratas a devorarlo completamente.
Era viernes, su último día de trabajo, al siguiente día dormiría hasta tarde si deseaba, Steve estaba apurándose con todo, la noche ya había caído y lo único que quería era descansar en su gran sofá y ver un poco de televisión. Tal vez hablaría un poco con Dustin por el teléfono, comería algo y se iría a dormir. Nada aburrida su rutina de lo viernes.
Steve empujó ambas bolsas dentro del contener, el cual, apestaba. El castaño hizo un gran esfuerzo tratando de no respirar mientras metía casi la mitad de su cuerpo en un intento de que las bolsas no cayeran afuera, ya que el contenedor estaba a reventar de basura. Finalmente pudo hacer que ambas bolsas quedaran dentro y se alejó del contenedor, limpiándose las manos en una pequeña toalla que tenía en su hombro la cual tiró al contenedor seguidamente de limpiarse las manos.
El ruido de un encendedor abrirse detrás de el hizo que pegara un pequeño brinco y se girara rápidamente a ver de quien se trataba. No es que Steve fuera un miedoso, pero la noche ya había caído y después de vivir aquellos encuentros con aquellas criaturas terroríficas de otra dimensión lo habían dejado paranoico, Steve le atribuía aquello a los demorgons.
-¿Qué carajo estás mirando? -Billy dijo a la defensiva mientras encendía su cigarrillo, su espalda contra la pared, su ceño fruncido y sus ojos puestos en Steve.
El castaño a penas podía ver el rostro del rubio, no había mucha luz en aquel callejón, más que la luz de la luna y un pequeño foco un poco lejos de donde estaban.
-¿Me estás acechando ahora? -Steve negó con la cabeza levemente mientras se cruzaba de brazos, había tenido un largo día de trabajo y lidiar con la mierda de Billy no era una de sus cosas favoritas- Esta mierda se está volviendo vieja, hombre. Encuentra algo que hacer.
-¿Tirarme a tu madre suena más productivo? -el rubio se separó de la pared y empezó a caminar a pasos lentos hacia Steve quien se encontraba bastante cabreado a este punto- ¿O tirarme a Nancy suena más agradable? -murmuró vacilante frente al rostro del castaño.
La herida de Nancy había sanado, pero que se metiera con su madre es algo que Steve no iba a dejar pasar. Sin más rodeos y sin más palabras le dio un puñetazo en la nariz a Billy. A la mierda lo que Hopper le había dicho, a la mierda madurar y la mierda su adultez.
Había sentido alivio cuando su puño había chocado contra el rostro del ojiazul. Muy satisfactorio, había dejado su ira fluir al soltar aquel golpe.
Escuchar reír a Billy no era lo que Steve esperaba, a decir verdad, lo tenía bastante confundido a aquella acción de parte del rubio. Esperaba un puñetazo de regreso o algo por el estilo, pero allí estaba Billy, sangre saliendo de su nariz, una risa maniática en sus labios y miraba a Steve con diversión.
La respiración de Steve era entrecortada, su pecho subía y bajaba, se sentía frenético, él no odiaba a Billy, Steve no cree que alguna vez ha sentido odio por alguien, no era su forma de ser ir a odiando a todos por la vida pero el rubio le hacía algo, le tocaba las pelotas de una forma inimaginable y golpear a Billy le hacía sentir de una forma realizado, ¿era aquello normal?