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Bajo la ducha, Clarke se peina el pelo lleno de bálsamo. En el 103.10 de la radio transmiten los últimos éxitos americanos. Anastasia ha subido al tercer puesto.

Clarke echa la cabeza hacia atrás mecida por aquella lenta melodía. Una ligera cascada de agua le quita el bálsamo, que se desliza por su cara, rozándole las facciones, las delicadas protuberancias.

Alguien llama a la puerta.

—Clarke… te llaman por teléfono.

Es Maggie.

—Voy enseguida.

Se envuelve rápida en una toalla y va hasta la puerta. Maggie le da el inalámbrico.

—Date prisa, estoy esperando que Andrea me llame.

Clarke se encierra de nuevo en el baño y se sienta sobre la suave tapa de la taza.

La voz de Raven parece excitada.

—¿Estabas en la ducha?

—¡Claro, si no, no me habrías llamado! ¿Qué es lo que es tan urgente?

—Bellamy me ha llamado hace diez segundos. Me ha dicho que el otro día se lo pasó muy bien conmigo. Me ha pedido disculpas por lo que pasó en el restaurante y me ha dicho que me quiere ver. Me ha pedido que esta noche vaya con él a las carreras.

—¿A qué carreras?

—Esta noche todos van a la Olimpica con las motos y hacen carreras. A toda velocidad, dos en cada moto sobre una sola rueda. ¿Te acuerdas? Giovanna nos dijo que había ido. Dijo que era muy guay. ¡Ella ha sido incluso camomilla…!

—¿Camomilla?

—Sí, a las que van detrás las llaman así porque tienen el cinturón doble de Camomilla para atarse al que conduce. La regla es que deben ir vueltas con la cara hacia atrás.

—¿Vueltas con la cara hacia atrás? Raven, ¿qué te pasa?, ¿has perdido la cabeza? Casi empiezo a lamentar haberme sacrificado por ti…

—¿A qué sacrificio te refieres?

—¿Cómo que a qué? ¡La comunicación y todo lo demás!

—¡Venga, la estás haciendo durar demasiado, esa historia de la comunicación!

—Sí, bueno, pero mientras tanto, yo estoy castigada y no puedo salir hasta el lunes.

—Está bien, pero mira que yo no te estoy pidiendo que vengas conmigo. Sólo quería un consejo. ¿Qué piensas?, ¿voy?

—Ir a ver a los que corren es aún más idiota que correr con las motos. Además, puedes hacer lo que quieras.

—Bueno, tal vez tengas razón. Por cierto. Le he dicho a Dema que salgo con Bellamy. ¿Estás contenta?

—¿Yo? ¿Y a mí qué me importa? Es tu amigo. Sólo te dije que, en mi opinión, si se enteraba por otro le iba a sentar mal.

—Sí, ya lo he entendido. En cambio no le ha sentado nada mal. A mí me parecía incluso contento. ¿Ves cómo te habías equivocado? No era verdad que estaba enamorado de mí.

Clarke se acerca al espejo. Quita con la toalla un poco de vapor. Aparece su imagen con el teléfono en la mano y aire de fastidio. A veces Raven resulta realmente exasperante.

—Bueno, mejor así, ¿no?

—¿Sabes qué te digo, Clarke? Me has convencido. No voy a las carreras.

—¡Bien! Hablamos luego.

Clarke sale del baño. Pasa delante de Maggie y le devuelve el teléfono. Maggie no dice nada, pero parece molesta, como si quisiera hacer notar que su hermana ha pasado demasiado tiempo al teléfono. Clarke va a su habitación y empieza a secarse el pelo. Entra Maggie con el teléfono.

A Tres Metros Sobre el Cosmo (Clexa) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora