XVI
Guapas y vestidas de vaquero, mejor que una publicidad en vivo. Sobre la moto azul oscura como la noche, se confunden en la ciudad, riéndose. Hablando de esto y lo otro, sonriéndose en los espejitos intencionadamente doblados hacia dentro. La rubia se apoya sobre su hombro, se deja llevar así, acariciada por el viento y por aquella nueva fuerza, la rendición. Calle Quattro Fontane. Plaza Santa Maria Maggiore. La esquina de la derecha. Un pequeño pub. Un tipo inglés en la puerta reconoce a Lexa. La deja pasar. Clarke sonríe. Con ella se entra en todas partes. Es su salvoconducto. El salvoconducto para la felicidad.
Se siente tan feliz que ni siquiera se da cuenta de que pide una cerveza roja, ella que odia incluso las claras, tan encantada que comparte con la ojiverde un plato de pasta olvidando la pesadilla de la dieta. Como un río en crecida se da cuenta de que le habla de todo, de no tener secretos para ella. La encuentra inteligente, guapa y dulce. Y ella que no se había dado cuenta antes, estúpida y ciega, ella que la ha ofendido, ruda y malvada. Pero luego se disculpa. Tenía miedo.
Juegan a los dardos. La rubia da en lo alto de la diana. Se vuelve exultante hacia Lexa.
—No está mal como resultado, ¿no?
Lexa le sonríe. Hace un gesto afirmativo. Clarke lanza divertida otro dardo, sin que sus ojos se hayan dado cuenta de que ya han dado en el blanco.De nuevo secuestrada. Calle Cavour. La Pirámide. Testaccio. A toda velocidad. Saboreando el viento fresco de aquella noche de finales de abril. Lexa mete la tercera, luego la cuarta. El semáforo del cruce está en naranja.
Lexa sigue adelante. Repentinamente, oye el chirrido de unos frenos. Neumáticos que queman el asfalto. Grava. Un Jaguar Sovereign viene por su izquierda a toda velocidad, prueba a frenar en seco. Lexa, cogida por sorpresa, frena quedándose plantada en medio del cruce. La moto se apaga. Clarke la abraza con fuerza. En sus ojos asustados los faros potentes del coche que se acerca.
El morro de la pantera salvaje se rebela ante el brusco frenazo. El coche da un bandazo. Clarke cierra los ojos. Oye el rugido del motor al frenar, el perfecto ABS controlar las ruedas, los neumáticos maltratados por los frenos. Eso es todo. Abre los ojos. El Jaguar está allí, a pocos centímetros de la moto, inmóvil. Clarke exhala un suspiro de alivio y libera la cazadora de Lexa de su abrazo aterrorizado.
Lexa, impasible, mira al conductor del coche.
—¿Adónde crees que vas, gilipollas?
El tipo, un hombre de unos treinta y cinco años, con el pelo bien cortado, abundante y rizado, baja la ventanilla eléctrica.—Perdona, niña, ¿qué has dicho?
Lexa sonríe mientras baja de la moto. Conoce a esos tipos. Debe de llevar a una mujer al lado y no quiere hacer el ridículo. Se acerca al coche. En efecto, a través del cristal ve unas piernas femeninas al lado del tipo. Unas bonitas manos cruzadas sobre un bolso de fiesta negro, sobre un vestido elegante. Trata de ver la cara de la mujer, pero la luz de una farola se refleja en el cristal, ocultándola.
«Niña. Ahora verás lo que te hace esta niña».Lexa abre la puerta del tipo con educación.
—Sal de ahí, gilipollas, así me oirás mejor.
El hombre de unos treinta y cinco años hace ademán de salir. Lexa lo agarra de la chaqueta y lo saca violentamente del coche. Lo tira sobre el Jaguar. El puño de Lexa se alza, lista para golpearlo.
—¡Lexa, no! —Es Clarke. La ve de pie junto a la moto. Su mirada expresa disgusto y preocupación. Los brazos dejados caer a ambos lados de su cuerpo—. ¡No lo hagas!
Lexa lo suelta ligeramente. El tipo se aprovecha de inmediato. Libre y canalla le da un puñetazo en la cara. Lexa echa la cabeza hacia atrás. Pero sólo por un instante. Sorprendida, se lleva la mano a la boca. Le sangra el labio.
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A Tres Metros Sobre el Cosmo (Clexa) [PAUSADA]
Fiksi PenggemarAdaptación #chicaxchica de la novela 3MSC (Clexa). En Roma, como en cualquier otra ciudad del mundo, los adolescentes quieren volar, buscan caminar «tres metros sobre el cielo». Las chicas como Clarke se esmeran en sus estudios, hablan del último gr...