XII

25 4 1
                                    

XII

Bellamy se para con la moto delante del edificio donde vive Clarke. Raven baja de ella y se dirige hacia el portero.

—¿Ha llegado ya Clarke?

A Fiore, medio dormido, le cuesta un poco reconocerla.

—Ah, hola, Raven. No. La he visto salir con la Vespa pero todavía no ha vuelto.

Raven regresa junto a Bellamy.

—Nada que hacer.

—No te preocupes, si está con Lexa está en buenas manos. Verás cómo llega dentro de nada. ¿Quieres que te haga compañía?

—No, voy arriba. A lo mejor tiene algún problema y llama a casa. Es mejor que haya alguien para responder al teléfono.

Bellamy enciende la moto.

—El que primero se entere de algo llama al otro.

Raven lo besa y se aleja corriendo. Pasa bajo la barrera y sube por la cuesta que hay antes de llegar al edificio. A mitad de camino se vuelve. Bellamy la saluda. Raven le manda un beso con la mano, antes de desaparecer por la izquierda en las escaleras. Bellamy mete la primera y se aleja. Raven levanta la alfombrilla. Las llaves están ahí, como habían acordado. Le cuesta un poco encontrar la del portal. Desde el pasillo le llega una voz. Es Maggie. Está hablando por teléfono.

—Mag, ¿dónde están tus padres?

—Raven, ¿qué haces aquí?

—Contesta, ¿dónde están?

—Han salido.

—¡Bien! Cuelga, deprisa. Tienes que dejar libre el teléfono.

—Pero estoy hablando con Andrea. ¿Dónde está Clarke? Fue a buscarte.

—Precisamente por eso tienes que colgar. Puede que llame. La última vez que la vi estaba detrás, sobre la moto de Lexa, y las perseguía la policía municipal.

—¡No!

—¡Sí!

—Mi hermana es una tía grande.

◇ ◇ ◇

El polvo ha ido desapareciendo lentamente. Nubes bajas y grises flotan en lo alto, en el cielo sin luna. Alrededor hay un gran silencio. Ni siquiera una luz. Sólo un pequeño farol a lo lejos colgado de la pared de una casa. Clarke se aparta del muro. Le impresiona el fuerte olor del abono que han echado en los campos. Una leve brisa mueve las copas de los árboles. Se siente sola y perdida. Esta vez es verdad. Tiene miedo.

A su derecha, lejos, se oye un relincho de caballos. Establos perdidos en medio de campos sumidos en la oscuridad. Se dirige hacia el pequeño farol. Camina lenta, a ras del muro, con la mano apoyada en la valla, atenta a donde mete el pie, entre matojos de hierba alta y silvestre. ¿Habrá víboras? Un viejo recuerdo del libro de ciencias la tranquiliza. Las víboras no salen de noche. Pero los ratones sí. Debe de haber muchos a su alrededor. Los ratones muerden. Leyendas urbanas. Se acuerda de alguien, amigo de otro, que fue mordido por un ratón. Murió al poco tiempo: Lepto no sé qué… Terrible.

Condenada Raven. Inesperadamente, un ruido a su izquierda. Clarke se detiene. Silencio. Luego una rama se quiebra. De repente, algo se dirige veloz hacia ella, corriendo, jadeando entre los arbustos. Clarke está como aterrorizada. De la mancha oscura que hay frente a ella aparece gruñendo un enorme perro de pelo oscuro. Clarke ve cómo su perfil se precipita hacia ella, ladrando en la noche. Clarke se da la vuelta y echa a correr. Casi resbala sobre los adoquines. Recupera el equilibrio, echa a correr de nuevo en la oscuridad, hacia delante, sin ver hacia dónde va.

A Tres Metros Sobre el Cosmo (Clexa) [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora