-¿Dónde quedó el Jungkook al que tenías que someter?
-Ese Jungkook ya no existe, acostúmbrate, demonio.
Último libro de la trilogía Infierno de Dante.
Mismas advertencias
Contenido homosexual explicito
Se mencionan críticas religiosas.
Todo lo menci...
El mal ya pasó, por donde el bien quiere abrir camino. Haneol Yoon.
—Recibe a tu fiel ciervo que cae en ceguera a tus divinas manos, hoy a decido servir a tus pies por toda la eternidad, antes... y después de la muerte. (Oración del obispo)
—Todo lo mío te pertenece, dios glorioso, mi vida, mi espíritu, mi muerte, mis cenizas y el polvo que entra por mis poros. Por favor, aceptame como tu fiel mano derecha, no he de decepcionarte ni hoy, ni mañana, ni nunca. (Oración del nuevo seguidor)
—Jeon Jungkook— dijo el obispo, delante del clero máximo, todos reunidos en un perfecto circulo, vestidos de blanco, representando la vida nueva que en el camino de la divinidad cruzaba. El joven mencionado justo en el centro,vistinedo una larga túnica blanca, apenas se podían apreciar sus rojizos pies por sangre brotada, luego de caminar por el sendero de espinas, representando la Corona de Jesucristo. —Es la hora, hijo.
Jungkook se recostó en el centro, con su vista al cielo, mientras los sacerdotes colocaban velas rojas a su alrededor en un óvalo perfectamente formado, distancia exacta. La última vela fue colocadas en sus manos, otorgada por el sacerdote Samuel, quién miró a Jungkook y este le miró de vuelta. Al alejarse todos, Jungkook suspiró y sostuvo con fuerza, la vela en sus manos.
—Las velas rojas son tu camino de luz, el círculo que forman... tu segmento de protección. Piensa en Dios como tu salvación, y ora por tu fe y su perdón. (Oración del cardenal)
Jungkook apretó los labios, podía escuchar en el fondo de sus pensamientos, las voces del clero, orando palabras, solo palabras vagas, vacías y mediocres, mientras el tenía su propia oración.
Dios, heme aquí, falso y absurdo, pretendiendo que deseo que tomes mi alma y la guardes, cuando claramente mi alma pertenece al demonio de mi pecado carnal
Jamás me he sentido más libre, así que puedes joderte, por que yo ya me entregué a alguien más.
Abrió sus ojos, viendo la oscuridad frente a él, sonriendole, y le sonrió de vuelta.
Oh dulce pecado, hundete en mi, hasta el fondo
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