Capítulo 12

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—Dime, Jungkook ¿le tienes miedo a la muerte?

—No. Le temo a lo que hay después de ella.

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Jungkook salió corriendo del cuarto rojo como si escapara de sus demonios, no quería permanecer un minuto más allí dentro y apenas el cardenal le dio permiso de retirarse, el salió sin mirar atrás, la nieve ya estaba formándose con al menos diez centímetros de altura y no parecía que fuera a parar de nevar. Sus propias lagrimas estaban cayendo congeladas por sus mejillas, estas mismas le nublaron tanto la vista que cayó de rodillas en la nieve, sus manos sintieron lo helado de esta, pero en lugar de alejarse, las enterró más en ella, como si con eso pudiera alejar la sensación de la mejilla caliente de su antiguo mentor, como si con eso se castigara por a ver golpeado a una persona, de una forma tan cruel y sin razón justificable.

No se detuvo para llorar, de cualquier forma, era de madrugada y todos los sacerdotes estaban ya en sus habitaciones, durmiendo, siendo fieles devotos, como él lo era hace años, sin nada de qué preocuparse más que en servir a Dios, viviendo una mentira tan cómodamente, porque ellos no fueron elegidos para satisfacer las sucias necesidades y actos enfermos de un cardenal y demás obispos, porque ellos no están malditamente enamorados de un demonio y no tienen que esconderse para demostrar ese amor.

Todo esto le hacía sentir tan cansado, eran horribles pruebas para ver cuánto soportaba y mentiría si no dijera que quería enviar todo a la mierda y escaparse, pero ahora que vio lo que sucede si te escapas, y que fue tan fácil encontrar a Samuel aun fuera del país, no le quedaban muchas ganas de irse así nada más, debía acabar primero con ellos, debía asegurarse de que este culto quedara totalmente destruido, aun si tenía que morir en el intento.

Dame el control, ciervo. No te atormentes más y déjame tomar el control.

—No, no —dijo poniéndose las manos en las orejas, apretando los dientes y los ojos, su cabeza dolía horriblemente, y dolía aún más cuando aquella voz se escuchaba en su cabeza

No me retengas más tiempo, déjame salir. Yo los acabaré por ti.

—No, demonio. Tu eres despreciable, eres malo. Le harás daño a Yoongi. —lloró al decir aquello último, porque él lo sabía, sabía que si dejaba a su demonio tomar el control, quien saldría lastimado seria a la única persona a la que ya no quiere lastimar más.

Es Yoongi, o nosotros, ciervo. Tu y yo somos uno solo. Y él solo te limita. Dame el control, antes de que sea demasiado tarde.

—¡NO! ¡BASTA! ¡YA DEJAME EN PAZ! —dijo golpeándose la cabeza repetidas veces con su propia mano, hasta que el dolor fue tan intenso, que terminó desmayado en la nieve.

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—Jungkook aún tiene apagado su celular —el rubio chasqueo los dientes, colgado por décima vez, el intento de llamada a su novio. — Me sigue respondiendo la contestadora.

—Tal vez sigue en el cuarto rojo con los obispos y el cardenal, a veces terminan hasta amanecer. —le dice Damian, ya hace varias horas que Yoongi llegó a su apartamento para decirle lo que Jungkook le encargó, y apenas lo escuchó quiso correr al colegio de varones, de no ser porque Yoongi lo detuvo pidiéndole que hicieran caso a lo que Jungkook indicó, él estaría buscando la forma de sacar a Samuel, aunque probablemente, habría terminado siendo azotado junto con él.

—¿Qué tanto le pueden hacer? — preguntó el rubio, este se encontraba de pie, recargado en la pared cerca de la puerta de entrada, por en caso de que a Damian se le ocurriera querer ir al colegio.

El infierno de Dante 3 Yoonkook (Revenge)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora