Maldita niña linda.
Jasper
La resonante música seguía penetrando desde mis oídos hasta mi cabeza, causando un fuerte dolor en ésta. Louis se encontraba sentado en el duro sillón de la esquina, su cabeza ligeramente agachada y sus brazos cruzados sobre su pecho mientras sus ronquidos acompañados con la suave brisa eran los únicos sonidos en la habitación. En la cama, su larga melena cubría su rostro mientras la luz de la luna que entraba por las ventanas iluminaba su pálida piel. De haberme dicho qué lo único qué traería la fiesta sería tener Amanda recostada en una cama frente a mí, en un estado completamente vulnerable, no les habría creído. Y, sin embargo, aquí estábamos...
Y me estaba gustando.
Unas horas antes...
Las calles estaban congestionadas, incluso más de lo común. El tráfico apenas se movía y con solo abrir la ventana, se podía inhalar la polución y el aceite quemado de los carros. De fondo solo se escuchaban los incesantes pitidos quienes se veían algo amortiguados por el sonido del radio que estaba emitiendo una de esas canciones pop que a las adolescentes parecía enloquecerlas. Louis tenía un brazo apoyado en la sien, intentando relajarse. A este punto del camino, le admiraba por haberse ofrecido a manejar. Yo no tendría la paciencia suficiente; especialmente por el cotorreo chillón de Jessica y una de sus amigas en la parte trasera del auto.
Hoy Melissa D'Luca cumplía su mayoría de edad, y por lo que había oído, sería la fiesta del millón. Y ya me estaba comenzando a arrepentir de haber accedido a acompañar a Jessica a ésta misma. De haber tenido pelotas, de haber dejado mi orgullo a un lado; probablemente estaría echado en mi cama leyendo algún libro de los tantos que hay en la gran biblioteca de mi padre, o estaría repitiendo alguna serie en Netflix; o simplemente estaría haciendo algo mejor que esto.
Le di una mirada de soslayo a Louis, quién se encontraba respirando fuertemente. Él también ha de estarse arrepintiendo. Cuando Jessica me dijo que podía traer a uno de mis amigos; me planteé la idea de muchos. Podría haber invitado a William, él es bien querido por todos los invitados. O incluso a Arnold, quién probablemente hubiera aprovechado para llevarse a una chica a su pent-house. Sin embargo, tenía claro que nadie tenía más ansias; que nadie anhelaba más el unirse a ese círculo que Louis. Así que no me lo pensé dos veces antes de textearle la propuesta, la cual aceptó sin rechistar. A decir verdad, no entendía su obsesión por el grupo de los populares; o sea, sé que en el colegio una prioridad es ser reconocido. ¿Pero a qué costo? Cómo una persona —lastimosamente— perteneciente al círculo, si pudiera salirme, lo haría sin dudarlo. Es un ciclo de toxicidad y envidia. De asesinos de caras bonitas. De billetes andantes.
Me alejé de mis pensamientos cuando el carro comenzó a moverse y unas frías manos acariciaron mi cuello, llevando escalofríos por todo mi cuerpo. De reojo pude notar como Jessica se había inclinado ligeramente hacia adelante.
—Cuando lleguemos, lo primero qué quiero hacer, es ir a una habitación... —Susurró contra mi oído, sus labios teniendo un roce intencional con el lóbulo de éste mismo.
Me limité a sonreír forzadamente.
Quería a Jessica, en verdad lo hacía. En mi infancia fue una de mis mejores amigas, y en mi estadía aquí ha sido un gran apoyo. Me he podido desahogar con ella, contarle mis preocupaciones y ella ha intentado —de cierto modo—, buscar soluciones a mis problemas. Sin embargo, para mí era solo eso; un soporte y una amiga. Sí, he tenido mis momentos de debilidad. Soy hombre, tengo hormonas y la mitad del tiempo pienso con la entrepierna. Pero, siempre fueron momentos de debilidad; una distracción. No obstante, ella parecía estar confundiendo las cosas últimamente. Mediante han pasado las semanas, Jessica parece creer que estamos forjando una relación. Y es algo en lo que está totalmente errónea. No estoy listo para una relación, y de cualquier forma si lo estuviera, no sería con ella; probablemente tendría algo con-
ESTÁS LEYENDO
P.D. Recuérdame ©
RomanceEn Inglaterra la señal de elegancia y buen porte es la familia real. Deben ser pulcros, educados, y dar una excelente impresión. Eso es todo lo opuesto a Amanda Griffiths. La princesa británica más polémica que ha existido en los últimos siglos. Su...