Larga vida al rey, larga vida a la reina y larga vida a los príncipes.
La ovación resonó por todo el salón haciendo sonreír a los dos niños con tres años de diferencia. Una joven castaña miraba entusiasmada como todos en el salón la admiraban a ella y a su familia. Era el centro de atención y eso era lo que más le gustaba.
A los pocos segundos todos volvieron a su vida normal, dejando en el olvido a la familia real de Inglaterra. Los reyes se dirigieron a darle la bienvenida a los demás en la fiesta, mientras el chico de diez años corría hacia donde estaban sus amigos del colegio. Entre ellos Alonzo. El amor platónico de la castaña. A pesar que él la viese como una hermana, no solo por el hecho de ser el mejor amigo de Harry, sino porque era el hermano mayor de Melissa. Su mejor amiga desde que tenía memoria. Los Griffiths y D'luca han sido aliados comerciales y grandes amigos familiares desde hace décadas. Y el legado seguiría.
Al verse desocupada y sin nada mejor que hacer, decidió explorar el castillo. Todos los sirvientes estarían demasiado ocupados en la famosa gala de invierno, una de las tantas organizadas a lo largo del año. Por lo tanto, tendría el lugar para sí misma. Probablemente unos días después muchos de ellos serían echados, por dejar a una niña de siete años sola con decenas de personas alrededor. Puesto que no era cualquier niña. Amanda Griffith era la hija menor de los reyes de Inglaterra, y la chica más envidiada de Europa, probablemente. A su corta edad tenía todo lo que cualquier chica podría pedir. Lo único que le faltaba era felicidad. Con sus ausentes padres, y su poca libertad, irónicamente, era una niña infeliz. Nadie creería la frase de ''el dinero no compra la felicidad'', hasta que lo tienen todo en el mundo. Amanda daría toda su fortuna por tener la vida de una niña normal.
Sus rizos castaños se movían con cada salto que daba. Los pasillos del lugar estaban desolados, como se lo imaginaba. Su vestido blanco de tul era lo único que resaltaba con la luz de la luna que entraba a través de los altos ventanales. La princesa nunca se lo había confesado a nadie, pero amaba ver un cuadro en específico. Siempre le transmitió recuerdos inexistentes. Se le hacía tan familiar.
Con fuerza abrió la puerta hacia el salón donde estaban las pinturas de reyes antiguos y quedó deslumbrada viendo ese cuadro. Ese que tanto le encantaba. Suspiró viendo las caras de la reina María y el rey Francisco de Francia. Era irónico tener un cuadro francés en un aula del castillo ingés, sin embargo, la joven princesa quedó encantada con este mismo cuando visitó el país vecino. Fue complicado, pero sus padres movieron contactos y se lo obsequiaron. Aunque quedaron con una deuda en Francia, claramente. Nadie parecía percibirlo, pero esa pintura en específico irradiaba el amor lúgubre de un corazón roto. Dos amantes que se adoraban con locura y la parca los condenó a un infierno separados. Francisco se le vio arrebatado a María sin piedad alguna.
Cuando le contaron esa historia, la pequeña princesa se le partió el corazón. Su hermano con el alma angustiada, le creó una historia para consolarla. Y desde entonces ella cree fielmente en esta.
Francisco y María se amaban muchísimo, eran almas gemelas. Pero, como ya sabes, él murió ante sus ojos. Sin embargo, no te preocupes, cuenta la leyenda que, desde entonces, sus almas deambulan de cuerpo en cuerpo buscándose. Y cuando se encuentren, su amor será el más épico del mundo. Tu eres muy parecida a ella... Quien sabe... Quizás debes buscar a Francisco, él puede estar esperándote.
Lo que no sabía el príncipe, fue que su hermana buscó con locura a su Francisco. Lo encontró... Y tal como le sucedió a María, lo perdió.
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P.D. Recuérdame ©
RomanceEn Inglaterra la señal de elegancia y buen porte es la familia real. Deben ser pulcros, educados, y dar una excelente impresión. Eso es todo lo opuesto a Amanda Griffiths. La princesa británica más polémica que ha existido en los últimos siglos. Su...