Capítulo nueve

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Maratón (2/2) :)

Y después dicen que las mujeres son las complicadas.

Amanda.

El comportarse inmadura a mi edad y con la carga social que cargaba en mis hombros, era prohibido. Debía de ser perfecta en todo momento, mostrando una sonrisa e irradiando la elegancia que tanto ha caracterizado a mi familia desde hace siglos. Sin embargo, en la oscuridad de mi habitación, a la sombra de la sociedad es cuando me puedo permitir ser yo misma. Donde tengo permitido ser una niña.

—Princesa, se va a caer —Exclamó con el pánico notorio Prudence, quien estaba sentada en un banco junto a mi tocador.

Yo simplemente sonreí y seguí cantando con mi cepillo como micrófono y mi cama como pista de baile y trampolín.

Somebody told me, you have a boyfriend, who looks like a girlfriend that I had in February of last year.

Entoné al ritmo de la canción de The Killers mientras daba saltitos en mi cama.

—Por favor, su alteza, necesita arreglarse... La gala empieza en unas horas —Soltó Prudence apagando mi reproductor de música.

Fruncí el ceño y me crucé de brazos haciendo un mohín con mi boca.

—No quiero ir —Exclamé soltando un bufido y tirándome hacia atrás en mi cama.

—Vea la parte buena, princesa... —Me ofreció su mano para ayudarme a levantar, yo accedí y la seguí hasta sentarme en mi silla frente al tocador—. ¡Podrá ver a sus amigos! —Me acarició los brazos.

Y a Jasper.

Sonreí y me volteé para poderla ver bien y no a través del reflejo del espejo.

—Tienes razón —Murmuré y ella me sonrió con la calidez que tanto la caracteriza.

Ella acarició mi mejilla maternalmente y yo cerré los ojos disfrutando del gesto amoroso. Mi infancia —o toda mi vida— se ha basado en maltratos por parte de mis padres. Nunca recibí amor por parte de ellos, y joder, cuanto lo deseé. Sin embargo, tuve a Prudence a mi lado, quien se encargó de darme lo que mis padres ni en sus más salvajes sueños hubieran deseado o intentado darme: amor. Ella limpió mis lágrimas, cuidó mis heridas, y compartió mis risas. Ha sido lo más cercano a una figura materna que he tenido.

Su caricia bajó hasta mis brazos, sin embargo, yo los aparté apenada.

—No deberías sentir vergüenza, cariño —Extendió mis brazos con delicadeza, dejando a la vista las cicatrices que mis mismas uñas habían causado a lo largo de toda la parte interna de mi brazo—. Es una prueba de tu lucha... Está siendo difícil, pero lo estás logrando, estoy orgullosa.

Sentí mis ojos cristalizarse y un nudo se formó en mi garganta al oír eso. Levanté mi mirada encontrándome con la sonrisa de Prudence. Muy pocas veces en mi vida la gente se sentía orgullosa de mi, y no los culpaba, desde pequeña había sido una buena para nada. Sin embargo, el oírla decir eso me trajo toda la esperanza de poder seguir adelante. Volví a mis cicatrices y las acaricié con mi mano opuesta.

Crisis de abstinencia.

Una serie de reacciones físicas que aparecen cuando una persona que sufre adicción a una sustancia deja de consumirla.

En la clínica se habían encargado en dejarme claro que me estaba haciendo mierda a mi misma, no lo voy a negar, me valió un bledo. Sin embargo, después de lo que me hicieron mis padres, decidí al menos intentar dejar un poco las drogas. Ha sido un proceso de mierda. Hay días que transcurren normal y mi vida prosigue con normalidad, sin embargo, hay otros donde mi dependencia aumenta de una forma asqueroso. La necesito, la exijo, me lastimo a mi misma al no tener droga. Ruego porque me den un poco, es... Me siento como un animal. Pierdo mis estribos y comienzo a llorar, a gritar, a romper todo... Es realmente horrible.

P.D. Recuérdame © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora