2 meses después...
Narra Chloë
Han pasado muchas cosas estos tiempos últimamente. Dejé de ir a la escuela porque ya no quería que me sigan amedrentando. Es más, Abel me sacó de allí. Por otra parte, Abel hizo algo muy atroz hace unos meses, algo que involucra a personas inocentes tal vez, aunque de inocentes no tenían ni una pizca, eran los que me hacían sentir pésima los que me humillaban y hacían la vida imposible por mantener relaciones con mi hermano. Lo bueno de todo es que pasaron 2 meses desde entonces, hasta ahora he sentido una paz y tranquilidad. ¿Qué podría salir mal?
Desperté en medio de la noche. Me fijé en el reloj y marcaban las 05:45 de la mañana, me martillaba la cabeza, era insoportable. Tenía náuseas y ganas de vomitar.
Se me hacía raro tener este tipo de dolores, porque en mucho tiempo no volví a sentir nada de esto hasta ahora.
Caminé toda mareada hasta el baño y apenas llegaba se armó un charco de vómito en la puerta. Supongo que me habrá caído mal la cena de anoche, o alguna peste que agarré de por ahí.
Estaba enjuagándome la boca en el lavabo, me mojaba la cara para poder despertar mejor. El dolor de cabeza se hacía cada vez menos, pero eso no le quitaba lo insoportable.
Recordé que estoy en mi periodo, pero esta vez se estaba atrasando más de lo habitual. El mayor tiempo que estuve con retraso fue de hasta un mes y medio, y fue por problemas hormonales. Pero ahora ya son casi tres meses que no me viene la regla. Estoy un poco preocupada.
Bueno, debo calmarme, respirar profundo y ser positiva.
—¿Y si...? ¡No!—sacudí mi cabeza y me di palmadas leves en los cachetes.
Chloë no, es muy pronto para llegar a estas conclusiones. Primero debo cerciorarme con una prueba y luego ver que hago, mientras tanto no digo nada y que nadie se entere por el momento.
Son las 06:30 de la mañana, hora exacta que marcaba el reloj colgado en la pared. Los senderos de la manada estaban desoladas, ningún alma andaba por ahí. Eso significa que nadie aún se había despertado, y dentro de mi casa, mis padres tampoco al igual que Abel, él seguía como en su vigésimo quinto sueño que ni se había percatado del desastre que hice en el baño.
Las calles vacías, viento fresco y ambiente silencioso, como todas las mañanas. Aún no salía el sol, pero las penumbras siguen presentes con la nítida luz del amanecer, algunos que otros postes de luz alumbran los caminos y yo aceleraba mi caminar.
La luna menguante incluso sigue en el mismo sitio, aún refulgente, aún lúcido.
Atravesaba la inmensidad del bosque que rodeaba la manada, hasta llegar a zona urbana y tratar de conseguir una prueba de embarazo de alguna farmacia. Me surgió nuevamente la preocupación.
Sea el resultado que sea, estaba muy nerviosa. No creo estar preparada aún para tener un cachorro. ¿Qué debería hacer?
Consigo el test de embarazo.
—Gracias—menciono cabizbaja, cansada y sin ganas de nada. Pues, eran las seis de la mañana, ¿Quién estaría de buen humor a estas horas? Más aún cuando crees que estás embarazada.
—A usted—responde aquella mujer con bata impecable.
Al llegar a casa, nuevamente me encierro en el baño tratando de no ponerme más nerviosa de lo que ya estoy.
Empiezo a tomarme la muestra que me pide en la caja, hago el procedimiento correctamente y lo dejo sobre la mesita que se encontraba pegada a la pared.
Pasaron al rededor de cinco a diez minutos, me armo de valor, tomo el test para ver los resultados.
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Mi hermano es mi Mate©
WerewolfHermanos, amantes, lobos ¿Qué más? Una relación... poco usual. ⚠️ADVERTENCIA: Esta historia contiene material explícito, además, podría herir la sensibilidad de algunas personas. Y si no es de su agrado abstenerse a leerla. Se recomienda discreción...