Capítulo 14: Erik y Nefilims

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Todo ha ido normal hasta ahora. Sin embargo, hubieron más que otras discusiones entre mi mamá, mi papá y yo. Abel no ha vuelto desde que le dije que se marchara, no me arrepiento, porque se comportó como todo un imbécil, y se lo merece.

—¡Chloë voy a salir al bosque a hacer unas cosas, no me tardo!—anunció mi madre desde abajo.

No respondí, ya que ella sabe perfectamente que escucho muy bien puesto que la casa en dónde nos mudamos recientemente es algo grande y hay ecos en cada rincón. Es la casa de un hermano que supuestamente tengo y que para completar no lo conozco, y la verdad no sé porqué lo tiene tan grande si él era el único quién lo habitaba. En fin, me quedé sola y el silencio se apoderó de toda la casa, seguía en mi habitación con el celular, revisando mensajes de antes. Tenía varios, uno tras otro, eran los de Abel pidiéndome que lo perdonara y que le deje hablar conmigo, lo ignoraba pero aún así era tan insistente que hace unos días tuve que bloquearlo en todas partes.

Me seguía preguntando hasta ahora, ¿por qué mis padres dijeron que ésta es la casa de Erik siendo que él no apareció por ninguna parte desde que llegamos? O sea, no entiendo, se supone que él tendría que estar aquí, aún así pasaron días y él no aparece.

Unas horas después mis párpados pesaban tanto, me estaba quedando dormida pero escuché abrirse una puerta con brusquedad desde la planta baja, abrí los ojos de golpe y literalmente salté de la cama. Supuse que mi madre había vuelto pero no creo que ella sea tan brusca como para abrir la puerta de esa forma.

Salí de la habitación sigilosamente con mi bate de metal en la mano. Pude otear desde arriba de las escaleras hacia la planta baja, la puerta principal estaba abierta pero nadie en la sala. Bajaba de puntitas por las escaleras asegurando el bate entre mis manos, estaba un tipo alto de espaldas en la cocina rebuscándose entre los cajones, tenía cabello negro con mechas color cenizas. ¿Y este bastardo quién carajos es y por qué está en la casa? ¿Acaso es un ladrón?

Empecé a caminar silenciosamente hacia el sujeto, y al punto de estar lo bastante cerca le apoyé el bate sobre su nuca.

—Date vuelta muy despacio y ni se te ocurra hacer un movimiento brusco—mencioné en un tono amenazante.

—¿Cómo?—preguntó de espaldas. y con las manos en alto.

—Lo que oíste, no hagas nada que me haga darte un batazo en la cabeza—respondí.

El susodicho se dio vuelta tranquilamente y me miró fijo, queriendo intimidarme.
Tenía ojos color avellanas a un tono grisáceo, piel pálida y labios carnosos y rosados.

Es muy guapo como para ser un delincuente que entra en las casas para robar.

—¿Qué haces en mí casa?—pregunté con el ceño fruncido y lo más fría posible.

—¿TU casa?—respondió con otra pregunta, resaltando la voz en la palabra "tu".

—Sí, MÍ casa—lo remedé apretando el bate en su cuello.—Dime quién eres y qué haces aquí. Nunca te he visto ¿Acaso eres un ladrón? Porque de ser así, te haz metido en la casa equivocada, muñeco...

—¿Ladrón? Jajaja no necesito robar nada, porque esta es mi casa—se cruzó de brazos y esbozó media sonrisa enarcando una ceja.

—¿A qué te refieres no querer robar nada?—levanté el bate en forma de amenaza, aún con el ceño fruncido.

—A que no es necesario que me rompas la cabeza—bajó el bate con las manos—Porque esta casa me pertenece, es decir, soy el dueño de la casa.

Mi rostro cambió de expresión, y estaba sospechando algo que probablemente sea cierto.

Mi hermano es mi Mate©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora