Capítulo 5: Repudiada

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—¡Arriba dormilona! —gritó Emily mientras separaba las cortinas de la ventana, dejando que la luz del sol se posara directamente sobre mis ojos.

—Cinco minutos más —gemí y me tapé la cabeza.

—¡Son las siete! —gruñó en voz baja— ¡tú verás lo que haces! te recuerdo que no hay agua en nuestro cuarto de baño y tenemos que usar el que es público.

Tenía razón, me debía dar prisa, por suerte los alfas hicieron dos turnos, aún así tenía que aprovechar antes de que se hiciera tarde.

Me levanté un poco adormilada, ella me sonrió. Me dispuse a salir de la habitación para ir al baño.

—¿No vienes? —pregunté, dado que no avanzó hasta donde yo estaba.

—He ido antes de despertarte.

No tardé mucho en volver, a penas había gente, ni siquiera tuve que hacer cola. Aún así, a Emily le había dado tiempo de vestirse, su uniforme era de color blanco, luego yo me vestí con el que ayer me había proporcionado el alfa. Se trataba de una camiseta y un pantalón cortos de color azul oscuro. El diseño era el mismo que el de mi compañera de habitación, un simple chándal  diferenciado por el color.  

—Tengo que admitir que no están nada mal, esta ropa es cómoda —dijo Emily mientras se miraba en el espejo de nuestro cuarto de baño— según mi hermano mayor parecían los teletubbies —se echó a reír. 

Reí ante su comentario.

Miré la hora, eran las siete y media, aún era pronto para bajar. Así que me tumbé en la cama boca arriba, estiré mi brazos y coloqué mis manos bajo mi cabeza utilizándolas de almohada.

—Ni se te ocurra dormirte eh —dijo Emily nada más salir del baño y verme tirada en la cama.

—Tranquila teletubbie, me he tumbado porque aún es pronto para bajar —dije intentando no reírme al nombrarla así.

Ni siquiera me giré para observar su expresión.

Me golpeó suavemente con una almohada, y rió.

Era bastante juguetona, alegre, risueña... era agradable su compañía.

Se sentó al lado mía.

—No me dijiste al final cuál era tu objetivo —me dijo mientras miraba la ventana.

—Mi objetivo —repetí— mi idea es aguantar aquí las tres semanas de instrucción básica para poder defenderme y continuar como una omega.

—Vaya, ¿y no te gustaría unirte a una manada? —preguntó.

—Me gusta ir por libre —respondí.

Aunque la realidad era algo más compleja, ya que nunca había tenido esa oportunidad hasta ahora, ni siquiera estaba segura de saber tratar bien con los de mi especie, por no hablar de que albergaba una familia humana, pues había sido repudiada por mi padre y tener que explicar la razón por la cual me había abandonado sería como colocar una diana sobre mi cabeza.

 —Entiendo, yo no se si me vería capaz de andar sola por ahí —dejó que su cuerpo se relajara y dejó caer parte de su torso hacia atrás, hasta dar con la pared— me resulta reconfortante saber que siempre estaré arropada por mi manada y protegida bajo el mando de mi alfa.

—¿Cómo se hace llamar tú manada? —pregunté curiosa.

—¿Dices de la que pertenezco?

Afirmé con la cabeza. Las manadas que habían creado para adiestrarnos no se podían considerar manadas reales, no existía ese vínculo necesario, era sólo un simple simulacro de lo que teníamos o podíamos tener fuera. 

Compañera de un alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora