Me quedé paralizada como una idiota, debatiendo conmigo misma si había escuchado bien lo que había dicho, o si el aroma tan placentero que desprendía había hecho que me distrajese y escuchase mal. ¿Iba a entrenar con él? ¿Con un Alfa?
—¿Contigo? —le pregunté algo insegura, tratando de averiguar si había dicho lo que había entendido.
Él se rio.
—Si, ¿algún problema? —dijo sonriente— ayer me dió la sensación de que no te empleaste a fondo con tu rival.
—Te equivocas —discrepé— ¿Qué te hace pensar eso?
—Tengo algunas hipótesis, ¿Qué tal si me ayudas? —hizo una pausa— ¿Evans, dónde habías sido instruida antes de estar aquí?
—En ningún sitio —respondí rápidamente. Ni siquiera dudé.
—Extraño, —pensó por un momento que palabras debía emplear— nunca había visto un lobo de tu nivel con tal fuerza, rapidez, agilidad... Tu manada debe proceder de otro territorio.
—Hipótesis errónea —contesté.
Estaba bastante perdida y no sabía hasta dónde quería llegar.
—Eso lo hace aún más interesante —sonrió de nuevo— ¿no te gustan los retos?
—Te toca darme alguna pista a mi —dije intrigada.
—Lo cierto es que tengo otra teoría —dijo sin dejar de sonreír y con los ojos clavados sobre los míos.
—¿De qué se trata? —dije intentando parecer calmada.
Lo cierto es que estaba algo aterrada. Si agudizaba sus sentidos, estaba segura que podría escuchar como mi corazón se había acelerado un poco.
Estaba segura de que había peleado como mejor sabía.
—Prefiero ponerla en práctica —dijo mientras se ponía en posición de defensa— adelante, atacame tú primero —me avisó.
Entrecerré los ojos para visualizarlo mejor, entonces decidí atacar, pero este se movió, me cogió el puño y me lo colocó detrás de la espalda junto a él. Me soltó y esperó a que volviera a mi posición. Necesitaba tener la mente más despejada, el contacto de nuestras pieles hizo que sintiera un leve cosquilleo más que agradable. Volví a intentar agredirle con un puñetazo, esta vez intentando ser más consciente y dueña de mi misma, No podía dejar que su presencia me nublara el juicio. Su aroma y su contacto hacían que fuese más difícil pelear con él, reprimí mis instintos más íntimos, los cuales sólo deseaba observarlo, como si de un dios se tratase. Seguí con el ataque. Klaus retrocedió con gracia y puso toda la atención que tenía sobre mí. Sacudió la cabeza levemente con el ceño un poco fruncido como si intentara aclarar algo mentalmente. Esta era la mía. Aproveché ese momento para arremeter contra él y derribarlo al suelo. Estaba a horcajadas sobre su torso, intenté inmovilizarlo. Utilizó una de sus piernas para derribarme y situarnos al revés. Ahora él estaba encima mía. Conseguí liberar mi mano derecha, y con la misma le agredí en el estómago. Por fin pude liberar mi mano izquierda también. Mientras luchaba empecé a alterarme un poco, lo que provocó que comenzara a sentir mi marca a flor de piel. Siempre que dejaba salir mi faceta lobuna, la figura que albergaba en el costado me ardía, era doloroso. Me estremecí por la desagradable sensación. Luché contra esa parte de mí e hice todo lo posible por dejarla a un lado. No podía transfórmame ahora, no debía hacerlo. Él se levantó y se colocó en su pose inicial.
Suspiré. Solo podía salir de aquella situación de una manera. Incliné la cabeza para rendirme.
Él sonrió y me ayudó a estabilizarme.
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Compañera de un alfa
FantasyHope, había obtenido otras habilidades además de la de transformase. Nació marcada por el fuego. Eso era algo permanente que llevaría consigo misma hasta el final de sus días. Eran seres poco comunes. La diosa Luna había obsequiado a algunas familia...