Capítulo 11: Cuerpo a cuerpo

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Emily no tardó en llegar.

—Me han caído genial —dijo nada más entrar— ¿de qué las conoces? 

—Las he conocido hoy, Lynn estaba al final del pasillo, creo que esperándome —dije dudando.

—¿Y eso? 

—Quería hablar conmigo —hice una pausa—me ha aconsejado que no me acerque a Conan.

La cara de confusión que mostraba Emily representaba a la perfección lo que yo sentía en mi interior.

—Parece que se ha obsesionado conmigo o algo así —dije para salir del paso.

—Pues vaya, parecía un buen chico, algo celoso, pero buen chico —dijo decepcionada por la imagen que se había creado de él— si te soy sincera quise pensar que lo de ayer fue un mal entendido.

Sabía que la decepción principal se debía a que era una de las grandes amistades de Owen, según nos habían contando en una de las comidas, su amistad se remontaba más de diez años atrás, pertenecían a manadas vecinas y cuando llegaron aquí, por coincidencia los colocaron juntos en la misma habitación.

Cogí mi bolsa de deportes y salí de la habitación, luego me dirigí hacia mi sala de entrenamiento.

Antes de entrar ya sabía que el alfa Klaus estaba dentro. Su olor lo delataba. Nunca llegaba tan pronto a sus clases, siempre aparecía por la puerta cuando el reloj señalaba las en punto, la hora exacta de la clase. Hoy sin embargo había llegado diez minutos antes.

Su mirada persiguió mi recorrido hasta el lateral de la sala para dejar mi bolsa.

Juraría que lo había visto sonreír, pero cuando se giró me fue imposible adivinar su expresión.

—Alfa Klaus —lo reclamó uno de los alumnos, Leo, que se situaba próximo a mi— los demás grupos empezarán hoy con las clases en el exterior ¿nosotros también verdad?

Todas las chicas con las que había estado en la comida hablaban de que hoy por fin entrenaríamos fuera, pero el alfa Klaus a nosotros no nos había dicho nada y clase daba por hecho de que igual del resto de grupo saldríamos.

—Fuera no se nos ha perdido nada —respondió Klaus con un tono calmado y amistoso.

—¿Y cuándo podremos transformarnos nosotros? —señaló con la mirada Leo a la mayoría de los presente.

—Te aseguro que el resultado dentro de dos semanas será el esperado —dijo sin Klaus sin modificar su tono de voz.

Leo suspiró.

—Ejercitar y entrenar nuestra forma humana es más importante de lo que creéis —continuó debido al silencio que había quedado.

—Pues cuando aparezca una amenaza no pienso luchar así, sino en mi forma lobuna —rechistó Leo.

El alfa Klaus observó las caras de la sala. 

—Está bien, daremos hoy la clase en uno de los patios exteriores —pensó durante un par de segundos— supongo que tendré que ganarme vuestra confianza.

Pasado el tiempo de espera, el alfa Klaus nos guió hasta el patio que estaba al final del pasillo, donde se encontraba la sala de entrenamiento.

El patio daba al exterior de las instalaciones. 

—Bien chicos, hoy formaremos dos equipos, en los cuales cada equipo deberá trabajar como una manada para proteger su bandera. El equipo que consiga traer la bandera rival a su territorio ganará el juego ¿vale? —dijo Klaus mientras sacaba una bandera roja y otra azul de su bolsa— dejaré que seáis vosotros mismos quienes coloquéis la bandera donde veáis oportuno —hizo una pausa— os está totalmente permitido transformaros y luchar en la forma que os sea más cómoda —alzó la cabeza hacia el bosque— como única regla no podréis pasar el río —dijo señalando la localización donde se llevaría a cabo el juego.

Compañera de un alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora