Capítulo 12: El hombre lobo y la bella

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Cuando llegué a mi cuarto una mano encima de mi hombro impidió que abriese la puerta. Sabía perfectamente de quien se trataba. No era necesario que me diera la vuelta para averiguarlo. Me giré y nuestras miradas se entrelazaron en menos de un segundo.

—¿Alfa Klaus? —pregunté.

—No has cogido uniforme nuevo —me lo entregó cuidadosamente— con las transformaciones todos habéis roto uno de los conjuntos, así que aquí tienes otro para compensar.

—Gracias. 

Sus ojos seguían encima de los míos sin decir nada.

—¿Hay algo más? —pregunté rompiendo el silencio.

—No, aunque, es extraño, porque tengo un mal presentimiento de que algo malo va a ocurrir —dijo con un atisbo de preocupación en sus ojos— así que te pediría que tuvieses cuidado.

—Lo tendré —dije sin dejar de mirarlo a los ojos.

Volvió a recuperar su característica sonrisa sutilmente y empezó a caminar hasta dejarme atrás. 

Cuando lo perdí de vista abrí la puerta de mi habitación para entrar.

Me preparé para ir a comer. Emily ya estaba lista, típico de ella. Solía ser bastante rápida, casi siempre llegaba antes que yo, por lo que normalmente se aseaba primero, y para matar el tiempo, mientras yo me arreglaba, ella solía leer un libro que se había traído.

Emily estaba tumbada en la cama boca abajo, la portada y la contraportada descansaban sobre el mismo colchón. Cuando escuchó abrirse la puerta fue ha guardarlo como hacía siempre.

—¿De que trata el libro? —le pregunté al salir del baño ya lista.

Sus cejas se alzaron por sorpresa, luego sus labios se curvaron en una sonrisa deseosa de poder contarme el argumento. Volvió a colocar el libro sobre la cama.

—De un hombre lobo y una humana —desvió la mirada un momento hasta el libro— ella debe amarlo por lo que tiene en el interior para romper el hechizo y que el hombre lobo recupere su forma humana.

—¿Cómo se llama el libro? —quise saber.

—Bella y bestia.

Oír ese nombre me devolvió a mi infancia por un par de segundos. Me encantaba esa historia. Aunque no recordaba que la bestia fuese un hombre lobo.

—¿Qué te hace pensar que la bestia es un hombre lobo? —solté una pequeña carcajada.

—Por que los humanos siempre nos han visto así, como bestias —dijo como si fuera obvio— además, la diosa Luna no solo tiene el poder de conceder dones, sino que también puede maldecir a aquellos que vea conveniente, ¿Y cómo iban a saber esa parte de la historia? Así que, creo que incluso esta historia pudo ser real. Es más, ¡seguro que lo fue! —cerró el libro dispuesta a guardalo en su mochila— cuando por fin el hombre lobo consigue recuperar su parte totalmente humana y no la mezcla de sus dos formas, el pueblo lo deja en paz,  —volvió a sentarse sobre su cama y continuó— esta historia confirma el odio que nos pueden llegar a tener. 

—Nunca lo había visto así —dije sorprendida y pensativa. En el fondo pensaba que lo que ella decía, en respecto a que el relato iba sobre un hombre lobo fuese real, no era descabellado después de todo— aunque, las cosas han cambiado mucho, y no creo que todos los humanos nos odiasen

—Eso es algo que no podremos saber, pero me encantaría que así fuese —dijo y soltó un suspiro esperanzador— hay manadas que si se mezclan con los humanos, en las ciudades, van al instituto, a los parques de atracciones, al cine... siempre ocultando quienes en realidad son. Mi manada vive a las afueras, en plena naturaleza, en casas de madera como tradicionalmente se hacía. Aunque de vez en cuando me he permitido el lujo de ir con un par de amigos a la ciudad y llevarme algún souvenir como fue el caso de este libro. ¿Y tú Hope, por donde te sueles mover?

—Vivo cerca del bosque, pero formo parte de la civilización humana.

Esa era la verdad, y me encantaba la zona. Nunca me había parado a pensar si en mi instituto había hombres lobos, o cuando había salido de fiesta con Scarlett y sus amigas. 

—Algún día podrías enseñarme lugares interesantes de la ciudad —dijo entusiasmada.

—Por supuesto —dije con mi mejor sonrisa.

Después de nuestra conversación bajamos al comedor, Lynn, Emma y Conan no estaban.

—¿Nos sentamos con Owen? está solo y en el entrenamiento a penas hemos podido hablar... —me suplicó Emily.

Asentí con la cabeza y la sonrisa victoriosa de Emily no tardó en llegar.

—Hey Owen ¿Qué tal? —dijo mi compañera de habitación mientras nos sentábamos junto a este.

—Hola chicas, no os esperaba aquí —dirigió su mirada a mi—siento mucho que Conan te haya incomodado —dijo acompañado de un tono que suplicaba perdón.

—No tienes por qué sentirlo, no ha sido cosa tuya —le excusé.

Sonrió al ver que no le guardaba coraje.

—¿Qué tal os ha ido el entrenamiento? —pregunté.

—¡Genial! ¡Exijo que las dos semanas que quedan sean así! —dijo entusiasmada Emily.

Miré a Owen en busca de más detalles.

—Emily es muy rápida, y nos han puesto a trabajar el tema de la rapidez y agilidad en nuestra forma lobuna —soltó Owen, luego miró a Emily y se le escapó una sutil sonrisa— ¿y a ti que tal?

—La verdad que no ha estado nada mal, hemos jugado a  intentar atrapar la bandera rival.

—¡Qué interesante! —continuó Emily— ¡Yo también quiero hacer eso!

—Ya nos tocará a nosotros —dijo Owen esperanzado de poder realizar ese ejercicio.

Comimos comentando y especificando la clase que habíamos tenido esa misma mañana. 

¡Holaa! Me alegro de que lo estéis disfrutando <3


Compañera de un alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora