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│ ✐; CAPÍTULO NUEVE
│ ┆ ✐; JET Y ÉL
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Se habían quedado en un bosque para acampar... Nada nuevo. Mismo paisaje verdoso, distinto lugar.
Ahora estaban pensando en el siguiente rumbo, había demasiada tranquilidad en el ambiente hasta que Aang se percato de algo─── ¿Dónde esta Momo?
Justo en ese instante oyeron los gritos de Momo, no lo pensaron mucho. Se pararon y fueron corriendo al lugar de donde provenían aquellos alaridos.
El pequeño lemur había sido victima de una trampa y se encontraba encerrado en una jaula, Aang saltó y cortó la cuerda que sostenía la jaula. Katara y Sokka atraparon a Momo y lo liberaron. Kirami lanzó uno de sus cuchillos mariposa, bajando a los demás animales.
───Muy bien amiguitos ya son libres ───sonrió al verlos irse felices con su comida.
Miró atentamente las trampas y no fue difícil deducir que pertenecían a la Nación del Fuego.
Sokka también estaba atento, él era más listo de lo que parecía y su memoria es altamente prodigiosa así que lo notó rápidamente. Frunció el ceño y dijo─── Trampas de la Nación del Fuego, ellos trabajan el metal... Es mejor no seguir acampando en este lugar.
Kirami asintió─── Estoy de acuerdo, este lugar no me da buenas vibras.
Volvieron al lugar de acampada y empezaron a guardar las cosas. Aunque ella no tenía nada que guardar, siempre insistía en tener su bolso cerca por lo que fue el único que se quedó atrás junto a los sacos. Actualmente se encontraba usando ropa de Katara y su mayor distracción, al no tener su cuaderno, es molestar a Sokka.
Aang se subió a Appa y Katara empezó a pasarle las cosas.
Sokka negó con la cabeza─── Mm mm, sin volar esta vez ───Kirami lo miró como si estuviera hablando en otro idioma. Él la ignoro, ciertamente debía admitir que aquellos ojos rojizos lo ponían nervioso.
Aang elevó las cejas con confusión y agregó─── ¿Por qué no podemos volar?
───Piénsalo, el príncipe Zuko y la Nación del Fuego siempre nos encuentran. Eso es porque Appa es demasiado vistoso ───pudo sentir que la mirada sobre él se intensificó, Kirami era fiel defensora de los animales especialmente de Momo y Appa. La miró de reojo y notó como ella entreabrio sus labios, dispuesta a quejarse, pero Katara se adelantó.
