24. Vuelo a Londres ✈️

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Me quedo quieta para no despertarlo, se ve tan lindo mientras duerme. Contengo mis ganas de acariciar su rostro, sus labios, su nariz... pero extiendo mi índice para tocar su cabello a unos centímetros de mí.

Él abre los ojos, me sonríe adormilado y estira sus largas piernas y brazos para desentumecerse

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Él abre los ojos, me sonríe adormilado y estira sus largas piernas y brazos para desentumecerse. Cada día me gusta más, cada día lo quiero más... Me hace feliz recordar el beso, las caricias, sus miradas, nuestras pláticas y bromas, nuestros cuerpos rozándose, las veces en que he pensado en él al tocarme cuando lo necesito... Su sonrisa dulce me lo confirma al provocarme tanta paz: estoy enamorada de él. En todo este tiempo mi cariño por él ha ido creciendo más y más...

De repente, mi teléfono rompe el encanto de contemplarlo, me imagino quién es... Bill me mira fijamente sin decirme nada mientras lo alcanzo sobre el buró.

Espero que hayas descansado bien
con él. ¿Hoy sí te veo o te vas a
seguir escondiendo de mí?

El mensaje de «buenos días» de George me regresa a mis problemas, aunque tiene toda la razón en hacerlo.

—Vamos a prepararnos... Hay que ir al estudio —me avisa Bill, llama mi atención para distraer a mis demonios.

—Sí... espera, ¿Guillermo te dijo algo?

—No, pero...

Nuestros teléfonos lo interrumpen cuando suenan casi al mismo tiempo. Revisamos para encontrar un mensaje del director: «Reunión a las 10». Eso es en una hora; nos levantamos rápidamente para vestirnos. Bill me avienta una de sus camisas, que me cae en la cabeza.

—¡Oye!

—¡Perdón! —exclama cuando ve que tuvo muy mal tino—. ¿Te lastimé? —Se acerca a mí para acomodarme el cabello que la camisa puso en mi cara.

—No, estoy bien. Pero qué salvaje —comienzo a reír del accidente.

—Perdóname, corazón —se disculpa apenado mientras me abraza. Mi risa se le contagia, aunque sigue avergonzado de lo que pasó—. Es que pensé que podrías usarla.

—¿Cómo?, ¿de vestido? —bromeo, pero entonces me doy cuenta de que no es mala idea; no hay tiempo de ir por un cambio de ropa—. Qué listo eres.

Me pongo su camisa e improviso un cinturón con un listón que guardaba para mi peinado. Me recojo el cabello y termino de arreglarme frente al espejo.

—Te ves linda. —Escucho su voz desde la cama, donde se está atando las botas.

—Pensé que seguías en el baño. ¿Tanto me tardé?

—¿Tú qué crees?... —me reprime con la mirada—. No es cierto —ríe—. Vámonos ya, comemos algo en el auto.

...

Apenas llegamos a tiempo al estudio. Avanzamos hacia la oficina de Guillermo, saludando a algunas personas en el camino. De repente, escuchamos que alguien grita su nombre.

El Autor / Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora