47. Mura 🗺

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—No, espera —le pido entre risas, pero él sigue haciéndome cosquillas—. ¡Ya, Bill!

Las sábanas nos revuelven el cabello y los dos terminamos hechos un desastre. Comenzamos a carcajearnos de nosotros mismos, hasta que se nos termina el aliento de tanto reír.

—¡Mi estómago! Ya, ya —le pido que detenga sus payasadas, porque me estoy privando. Cuando para, damos un respiro profundo para calmarnos.

—Hoy te ves más tranquila.

—Hoy me siento mejor. Tal vez ya me acostumbré al horario europeo —le aseguro, aunque hay algo que me tiene pensativa.

—Tal vez eran los nervios de la premiere —supone, yo sólo sonrío—. Siempre me haces feliz, preciosa.

—Y tú a mí —le agradezco acariciando su mejilla. Anoche hicimos el amor de formas que no habíamos experimentado. Fue tan apasionado, excitante y lleno de amor... tan salvaje y tierno al mismo tiempo. Me hizo olvidarme de todos los fantasmas que no me habían dejado descansar. Estar en tierras lejanas me ha ayudado a darme un espacio para reencontrarme y Bill se ha esforzado en ayudarme. Me siento más fuerte. Su mirada me da paz... aunque sé que algo pasa por su mente.

—TN. Hice algo malo. —Lo cuestiono en silencio. —Anoche... mientras lo hacíamos...

—Le contestaste a George, ¿verdad? —respondo. Él abre aun más sus enormes ojos con sorpresa y lo dejo sin palabras—. No soy tonta, Billy. Estaba en medio de un orgasmo, pero después uní las piezas... ¿Por qué lo hiciste?

—TN, eran más de las doce y el tipo te estaba llamando borracho. Necesita darse cuenta de que ya fue y seguir su vida. Pensé que la mujer con la que fue a la premiere...

—¿Su hermana?

—¡¿Era su hermana?! Me lleva la...

Su reacción me hace volver a reír y lo acerco por la nuca para besarlo.

—Perdóname, amor. Sé que hice mal.

—¿Te digo algo? —susurro como si le dijera un secreto—. Una parte de mí, la que estaba actuando como una ninfómana —me burlo de mí misma—, disfrutó lo que hiciste... —Bill vuelve a sorprenderse, pero entonces sonríe de lado—. También sé que está mal, pero no puede llamarme a esa hora y esperar que no me moleste.

—¿Entonces no estás enojada conmigo?

—No... ¿Debería?

—Hay algo más —declara con un puchero, consternado—. Lo llamé para enfrentarlo... ¡Me hizo enojar tanto! ¡Te llamó zorra morbosa!

—¡¿Qué?!

—¡El tipo se tardó en colgar! El morboso era él, escuchando tu orgasmo, y se atreve a llamarte así. Maldito idiota.

—Bill...

—Le dije que yo había sido el que le contestó para que ya te olvidara y no te volviera a marcar a esas horas. Intentó insinuar que me iba a chantajear con decirte lo que había hecho; pero yo le dije que ya sabías, que te lo acababa de decir. Entonces el maldito se burló de mí, diciendo que seguro estabas muy enojada conmigo... Y... pues...

—¿Qué hiciste, Bill?

—Le dije que después de todos los orgasmos que te había dado, no te ibas a enojar por una tontería...

—¡Bill!

—¡Ya sé! Y luego... le dije que por eso lo habías dejado, entre otras muchas razones... porque no te satisfacía.

—¡Bill!

—¡Ya sé! Perdón. Te había prometido no comportarme así, pero tenía la testosterona muy elevada. Es química, TN.

El Autor / Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora