37. Encuentros ⏱

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—Hola, amor. —Ver a Bill en la pantalla me da algo de paz después de esta horrorosa semana. —¿Cómo va todo?

—Parece que ya me van a dejar volver a casa. Jane ya está harta de mí.

—¡No es cierto! —grita ella desde la cocina.

—Oreo extraña su sillón, y yo... —suspiro— estoy pensando seriamente en irme de aquí, Bill. Sé que quedamos en que estaría aquí hasta terminar la post-producción, pero todo esto me está rebasando.

 Sé que quedamos en que estaría aquí hasta terminar la post-producción, pero todo esto me está rebasando

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—Mi amor, todo va a salir bien.

—¡Ni siquiera saben quién fue! Se burló de las cámaras con esa máscara horrible que me da escalofríos recordar.

—Ya mandé para que Michael fortalezca la seguridad, pondrán un código de entrada y salida...

—¡Bill, estoy harta! Todo me pasa.

—TN, no quiero que te vayas... pero si crees que es lo mejor para ti, está bien. Tienes todo mi apoyo en lo que decidas, pero piénsalo, amor.

—Lo pensaré.

—Preciosa, ya me tengo que ir. Tengo que ir a escena.

—Ok. Adiós.

—Te amo.

Cierro la computadora sin responderle, y me recuesto en el sillón con Oreo. Jane se aproxima a nosotros y me acaricia la cabeza.

—No te vayas. Tenemos mucho que hacer.

—Extraño cuando mi vida era aburrida.

—Pero no tenías a Jane —dice, como esperando que le diga que es importante para mí; y lo es. No sé qué hubiera hecho sin ella.

El timbre de la puerta suena y Jane va a abrir. Me incorporo para ver a Michael llegar con cosas entre sus manos.

—¡Mickey! —lo recibo con un abrazo.

—¡TN!

Esta semana no ha hecho otra cosa más que cuidarme y apoyarme. Jane se queda conmigo para acompañarme, tampoco le ha gustado dejarme sin vigilancia; aunque se los agradezco mucho, a veces me siento abrumada. Cuando me separo de él, me da algo: una bolsa con mi ropa y mi teléfono.

—No encontraron huellas o algo que les sirviera. Sólo las nuestras. Tampoco software malicioso.

—¿Lo vieron todo? —pregunto abochornada al pensar en las conversaciones que hemos tenido Bill y yo.

—Sí... eso creo. Pero recomiendan que los dos cambien su número. La buena noticia es que hoy instalan el acceso en casa del señor Guillermo, y en un par de días ya puedes regresar... La mala noticia es que voy a estar cuidándote, aunque no quieras.

—Está bien... —acepto sin saber si alegrarme o no.

—¿Ya saben cómo entró? —cuestiona Jane.

El Autor / Bill SkarsgårdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora