Capítulo XV: 'Hubiera cambiado mi voz por una vida entera a su lado.'

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Recuerdo aquella tarde cuando la vi, completamente hundida, su mirada perdida, pálida como la nieve y sus hoyuelos que aparecían al sonreír se habían cambiado por las ojeras en sus preciosos ojos. Me dolía verla así pero lo que más me jodia era verla así por mi culpa, por un gilipollas que no la merecía.

No pude evitarlo y me acerque. Ni me quería mirar, intentaba huir de mí, escapar pero no pudo.

-Ainhoa espera…Tenemos que hablar-dije cogiéndola del brazo.

-Tú y yo no tenemos que hablar de nada… Creo que ya hablamos todo el día que me traicionaste-dijo con la cabeza agachada y el pelo en la cara.

-Solo quería preguntarte ¿qué tal?-dije amablemente.

-Eres un hipócrita ¿no lo ves?. ¿No ves en lo que me he convertido por tu puta culpa? En un alma en pena…- dijo derrumbándose.

La atraje hacia mí y ella se revolvía no quería tenerme cerca pero yo la necesitaba, necesitaba sentir su olor y ver como se impregnaba en mi ropa.

-Suéltame…-sollozó.

-No puedo verte así, pégame, insúltame, lo que quieras pero no llores por favor te lo pido...-dije besándole la coronilla de la cabeza.

-¿Ahora te importo? Demasiado tarde campeón –dijo con ironía.

-Tú siempre me has importado y lo sabes...-dije suspirando.

Se limito a mirarme y después se fue dejándome allí solo.

Aunque no se lo hubiera dicho nunca y ella no me creyera, la buscaba todas las noches en mi habitación, su aroma todavía paseaba por mi habitación. Volvía a pensar en esos ojos color miel que me volvían loco, loco por tenerla, por quererla, por hacerla mía.

A medida que pasaba el tiempo se iba clavando más en mi corazón, por las noches esos recuerdos volvían a volverme loco. Tenía la belleza de un ángel, y locura era perderse en su cuello y el aroma de su pelo era el más fresco, este era liso y sensual y no había nada más perfecto que él. Y era mi aliado porque cada vez que se le escapaba un mechón de él era mi oportunidad de acariciarla y apartarlo. La veía tan pequeña que sabía que mi misión en la vida era protegerla y cuando estaba en mis brazos sabía y me juraba a mí mismo que ahí nadie la tocaría y fíjate tu por donde que el que se suponía que la cuidaría fue el que la destrozo.

Hubiera cambiado mi voz por una vida entera a su lado.

Y sigo diciendo que ella era perfecta aunque no se diera cuenta. Sus ojos, su pelo, su dulce voz, sus gestos de niña pequeña, pero era así, así era, era mi pequeña.

CONTINUARÁ....

HOLA CIELOS, SE QUE ES CORTO PERO OS JURO QUE EL DE LA SEMANA QUE VIENE PROMETE, POR FAVOR COMENTAR Y VOTAR. 

OS QUIERO.

 

BESOS!!!

La casualidad más bonita de mi vida. [EN REFORMAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora