Un gato silencioso que observa desde lejos

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La primera vez que vi al hijo de los Kozume, fue ante el notario, a él también lo disfrazaron con un tonto kimono negro para ese día. Igual que yo, iba a regañadientes, sin embargo, fue el único de los dos que no lloro aquel día. Nunca pude comprender con exactitud la calma de ese niño, a pesar de que, en el futuro nosotros nos íbamos a casar siendo extraños.

Conocí a Kenma cuando aún tenía el cabello completamente negro sin ningún tinte.

Él siempre ha sido serio e introvertido, cuando llega a mi casa durante las tardes, suele sentarse en el sofá sin hacer ningún ruido para proceder a leer alguna revista de videojuegos o hacer sus tareas.

Después le ofrezco té caliente y él suele asentir sin decir una sola palabra. Beberá un poco y seguirá leyendo efusivamente algún cómic o novela ligera. No intercambiamos muchas palabras porque aparte de ser hombres gato, no tenemos nada en común.

A pesar de que estamos comprometidos, no sé mucho acerca de Kenma. Aun a pesar de que me visita cada martes por la tarde, yo realmente no sé nada acerca de él, y es extraño porque me acabo de dar cuenta de eso.

Mi nombre es Yamaguchi Tadashi. Si tuviera que describirme diría que soy un gato tímido de primer año de preparatoria. Durante la primaria y la secundaria solía usar el uniforme masculino, sin embargo, desde que entré a la nueva escuela, empecé a usar el uniforme de las chicas. Las faldas no me molestan realmente.

Si tuviera que describir a Kenma, entonces diría que es un gato introvertido, no le importa no tener amigos ni alguien con quien socializar. Él encuentra paz leyendo, cosa que es sorprendente porque yo no soy fanático de la lectura, soy más bien un buen oyente de cualquier buena historia que merezca la pena ser escuchada.

Sin embargo, hubo una sola vez en la que sentí que conocí a Kenma un poco más de lo debido, eso es lo que vengo a contarles esta vez...

En esa época, Kenma aun conservaba su cabello sin tintes, y solía tener pequeños moretones y rasguños en la cara debido a algunos chicos humanos que lo molestaban. Cada vez que se peleaba con algún bravucón el iba inmediatamente a mi casa, ya que quedaba más cerca de su secundaria, para que curara sus heridas, según él, no quería que sus madres lo descubrieran con la cara hecha trizas. Esa fue la época en donde aprendí primeros auxilios.

Pero, esos abusos se detuvieron de una vez por todas una tarde de verano que llegó a mi casa con la nariz goteando a mares, y un mechón rubio que en sus palabras "se lo quite al bravucón que me estaba molestando". Yo, aun espantado por ver tanta sangre empapando su uniforme, coloque unas gazas para detener inmediatamente su sangrado. Pero Kenma no presto atención a mis esfuerzos por ayudarlo, en lugar de eso, él calmadamente me pidió que le tiñera el cabello a rubio.

Incrédulo por sus palabras, pregunté la razón para aquella proposición.

–Los humanos suelen molestarme en la escuela... dicen que mi aspecto hace que resalte mucho... –dijo viendo a la nada, mientras detenía las gazas con sus manos.

–¿Y teñirte el cabello en que te ayudará?

–Destacaré menos si me parezco un poco más a los chicos de mi salón, la mayoría van teñidos...

Fueron las únicas palabras que saque de su boca. Así que, con dinero en mano y bolsas de pintura en la otra, regrese a mi casa para teñir el cabello negro de Kenma.

–Es una lástima, pienso que tu cabello negro es lindo... –dije mientras sostenía uno de sus mechones esparciendo con un cepillo el decolorante.

Kenma no dijo nada, ni cuando enjuague su cabello en agua tibia, ni cuando sus raíces comenzaron a salir.

Los gatos que maúllan debajo del árbol de cerezos (KenYama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora