Prólogo

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En nuestra realidad, la mayoría de las personas caminamos con dos piernas, tenemos una nariz, un par de ojos, un par de manos, pero pocos somos aquellos que tenemos orejas y cola de gatos.

Mi madre solía decirme en las noches de verano que los humanos y los hombres gato han existido desde que los continentes se separaron y formaron por primera vez la isla de Japón.

Mi madre solía cargarme en sus hombros y cantarme una extraña canción de cuna.

"Hace muchos años atrás, cuando conocí a la princesa gato, ella se enamoro de un humano, tan hermoso como las flores de cerezo, tan dulce como el almíbar, la princesa gato bailaba y cantaba hasta quedar exhausta, dormía imaginando que el humano la amaba...

Hace muchos años atrás, cuando conocí a la princesa gato, ella se enamoro de un humano, tan triste era su rostro cuando se dio cuenta de que su amor no florecía en el corazón de su amado, la princesa gato bailaba y lloraba hasta quedar exhausta, dormía imaginando que el humano la amaba...

Hace pocos años atrás, la princesa gato viajo a la luna, ella se enamoro de un humano, así que la luna se la llevo para siempre... en el reino de la luna, la princesa gato bailaba, cantaba y reía...pálida su piel, labios rojos y lágrimas de cristal...

Cuando vuelva a ver a la princesa gato, mi corazón florecerá."

Mi madre cantaba hasta que me quedaba dormido envuelto en sus brazos, imaginando que viajaba hasta la luna llena de verano.

En nuestro mundo existen muchas leyendas acerca del origen de los hombres gato, inclusive algunas personas aun creen que tenemos poderes curativos, o que traemos mala suerte, sin embargo, ser un hombre gato no es más que una mal formación del cuerpo en donde salen orejas y cola semejantes (como su nombre lo indica) a las de un gato.

Por nuestra extraña apariencia, hemos sido perseguidos desde la antigüedad, solían cazarnos y matarnos, desterrarnos, golpearnos y humillarnos. Pero, actualmente nuestra realidad parece más prometedora, o eso es lo que quieren que creamos.

Hace medio siglo, los humanos y los hombres gato pactaron un acuerdo, en donde los humanos dejarían de cazar hombres gatos, y los dejarían vivir libremente, con la única condición de que los matrimonios entre hombres gatos fueran entre parejas que no puedan reproducirse. Esperando que, de esa forma, los hombres gatos dejarán de existir con el paso del tiempo.

Sin embargo, no fue tan fácil deshacerse de los hombres gato, bastaba con embarazar a una mujer gato fuera del matrimonio para seguir dejando descendencia. Así que, mientras haya un matrimonio entre hombre gato y hombre gato, la sociedad humana nos dejaría en paz, aun si a escondidas teníamos más hijos con alguna concubina. Claro, que esto último, debe de ser un secreto a voces, algunas personas incluso creen que hombres y mujeres gato podemos embarazarnos. Pero mientras nadie compruebe de quien es el hijo, no hay delito.

Así que aquí estamos. Enfrente de un notario público que nos dará a la familia de mi futuro esposo y a mi familia una copia del documento que garantiza el acuerdo que nos compromete a casarnos dentro de unos 15 años, si no lo cumplimos, nos quitaran las propiedades que tenemos bajo nuestros apellidos y básicamente la cómoda vida a la que estamos acostumbrados.

Mi madre me vistió con un ostentoso kimono que no me deja moverme a mis anchas, y aunque soy un niño de 8 años, y mi madre aun me lee cuentos en la noche para que no tenga pesadillas, estoy colocando mi huella en un documento que dicta que me debo de casar con un niño gato desconocido.

Hoy, 4 de abril, es el día en que se hace oficial mi futuro matrimonio con el único hijo de los Kozume.

–¡Tadashi, deja de llorar! –dijo mi madre.

*Notas del autor: Es una historia con capítulos cortos, no esta editado, así que perdón por la falta de sintaxis y de ortografía, espero que disfruten esta pequeña historia un poco (muy) fumada...

Los gatos que maúllan debajo del árbol de cerezos (KenYama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora