El club de los gatos callejeros

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"Todo aquel gato que necesite ayuda será rescatado por un miembro de nuestro club."

Aquel club conocido por tener diferentes alumnos de diferentes escuelas. Aquel club que nadie sabe si realmente existe o sólo es una leyenda urbana que tenemos los gatos jóvenes para asustar a los humanos.

El club de los gatos que maúllan debajo de los cerezos, ese es el nombre del club al que pertenecía Kuroo. Un club que busca ayudar a todos los gatos jóvenes victimas del acoso. Aquellos que son miembros del club se hacen llamar los gatos callejeros, un nombre vergonzoso que sólo los gatos como Kuroo pudieran sentirse honrados por ser llamados así, en cambio Kenma y yo nos volteamos a ver aguantando una risa burlona.

Kuroo parecía muy embelesado por la idea de contarnos acerca del club, pero Kenma y yo nos perdimos de su platica en algún momento después de que nos repitiera su lema unas quince veces.

–¿Quieres más té, Tadashi? –Pregunto Kenma, y sin dejarme responder nada, volvió a rellenar mi taza.

–...Y así fue como me uní a los gatos callejeros –exclamo Kuroo, dando por terminada su plática, le serví té en una taza extra y el la tomo gustoso, acomodándose en una postura muy formal.

Si me preguntaran acerca de como se veía Kuroo para mí, tendría que responder que parecía una mancha oscura con un buen corazón y palabras al viento que eran imposibles de creer al cien por ciento.

Kuroo parecía un buen gato.

–¿Estos son bollos caseros? ¡Son deliciosos! ¡Se dice que existe un monstruo de bollos que vive enojado en las panaderías! –Kuroo no paraba de hablar, pero extrañamente no era molesto ni nos incomodaba. Tengo la leve sospecha de que si Kuroo hubiera fingido ser un tipo "cool y genial" nos hubiera caído mal a Kenma y a mí. Pero Kuroo era un libro abierto.

Bromas que nadie entiende, un uniforme negro extremadamente bien cuidado, y un cabello despeinado. Era claramente un nerd introvertido que intentaba ser popular.

–Son bollos que cocinó Tadashi –dijo Kenma.

–¿Es acaso una forma de presumirme? –me pregunte a mi mismo.

–¡Se dice que el monstruo de los bollos vivirá feliz si los bollos son caseros y hechos con amor! ¡Apuesto a que esta siendo feliz ahora mismo! –dijo Kuroo como si nosotros creyéramos en sus absurdas mentiras.

–Basta... –susurro Kenma.

–Creo que es un buen día para un picnic escolar, me da gusto que hayas estado cerca de aquí, Kuroo –mencione mientras soplaba el té caliente en mis manos. Kenma estaba de acuerdo, y Kuroo sonrió avergonzado siendo el tipo simple e introvertido que era.

En ese momento, éramos tres gatos tímidos pasando un buen momento.

Los gatos que maúllan debajo del árbol de cerezos (KenYama)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora