CAPITULO 33

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Cuando acabamos de desayunar empezamos a andar hacia el embalse.

No llevábamos ni media hora caminando y la gente ya empezaba a quejarse. La resaca de ayer les estaba matando.

El camino era todo cuesta arriba y el sol pegaba muy fuerte.

De vez en cuando Dylan tosía. No podía evitar estar preocupada por él, tenía mala cara.

Ya llevábamos una hora andando cuando decidí hacer una cosa. Agarré la mano de Dylan y no me importó si la gente nos veía. Nuestras manos encajaban perfectamente, como si hubieran sido moldeadas de una manera que al entrelazarse formaran la perfección.

Dylan me miró sorprendido y me sonrió.

Caminamos durante una hora y media más y cuando llegamos al embalse estábamos agotados.

Dylan tiró su mochila al suelo y se tumbó.

Me tumbe encima suya ignorando sus quejidos.

–¡Levántate, gorda! –le oí gritar.

–¿Gorda?

–Sí, estás gordísima.

Me levanté de encima suya y empecé a caminar fingiendo estar enfadada. Al notar que no me seguía me paré y me giré. Seguía allí tumbado en el suelo y si no fuera por sus quejidos pensaría que estaba muerto.

Me acerqué de nuevo a él, me arrodillé y besé sus labios con dulzura, casi no era un beso, solo rozaba sus labios suavemente.

No tardó en levantarse para quedarse sentado con las piernas estiradas.

Me senté en sus piernas y seguí besándole, pero esta vez fue un beso de verdad, con su lengua y todo. Notaba como la gente nos miraba.

Apoyé la cabeza en su pecho mientras el agarraba mi cintura. Estuvimos en silencio. Me relajaba sentir su respiración. Me alegré al escuchar su corazón latir con fuerza, todavía podía conseguir acelerarle el corazón.

Contigo Aprendí Lo Que Es Amar [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora