CAPITULO 30

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Desperté al lado de Dylan. Habíamos dormido abrazados toda la noche.

Por un momento pensé que lo de la otra noche fue solo un sueño, pero entonces empecé a recordar. Los besos, las caricias... Todo había sido real. Me daba vergüenza admitirlo pero era la mejor sensación del mundo.

Acaricié la mejilla a Dylan que aún seguía dormido. Le hice caricias en los abdominales y besé su cuello suavemente. Mi intención no era provocarle, simplemente quería que se despertara para saber si recordaba lo de ayer y también si le había gustado tanto como a mí.

Al final abrió los ojos, se los restregó y luego hundió la cabeza en la almohada.

–Dios, que resaca –dijo algo afónico.

–Lo sé, hacer el amor conmigo desgasta mucho –solo estaba bromeando.

Dylan levantó la cabeza sorprendido y rió.

–No hablaba de eso, boba, lo decía por el alcohol, me va a explotar la cabeza.

Acaricié y besé su cabeza, Dylan estaba ardiendo. Toqué su frente y parecía que tenía fiebre, la besé.

–Por cierto, lo de ayer estuvo genial –dijo bajando la voz.

Me sonrojé al escucharlo.

–A mi también me gustó –sonreí.

Alguien aporreó la puerta. Todos se despertaron.

Entró el monitor.

-Chicos, iros vistiendo y subir a desayunar. Antes de mandaros a casa queremos que vayáis al embalse.

En la habitación se oyeron suspiros y quejidos.

–Luis, por favor, no nos hagáis esto –dije–, ¿por que sois tan malos con nosotros?

–No somos malos, simplemente queremos exprimiros al máximo hasta el último minuto.

Luis era bastante majo. Parecía un chaval de 15 años metido en un cuerpo de 27.

Cuando Luis abandonó la cabaña todos empezamos a levantarnos, mis compañeros parecían muertos vivientes.

–___, por favor, ¿puedes elegir tu mi ropa y traérmela? –estaba muy afónico.

–Claro, ¿te gusta mi estilo o que?

–A parte de eso, me duele demasiado la cabeza para levantarme.

Le fulminé con la mirada y el rió.

Después de pensarlo bien elegí una camiseta de tirantes roja y unos pantalones vaqueros por debajo de las rodillas.

Sin pedirle permiso cogí una sudadera roja que me quedaba un poco grande y me puse mis shorts.

Me acerqué a la cama de Dylan y le vi dormido.

–Dylan, cielo, despierta –le dije dulcemente.

Abrió los ojos y soltó un quejido.

–Mis amigas y yo os esperamos arriba, ¿vale? –el asintió– no tardéis.

Besé su mejilla y salí de la cabaña.

Contigo Aprendí Lo Que Es Amar [Dylan O'Brien]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora