Capitulo 10 Miedo a lo desconocido

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Thomas ♣

Minutos antes...

Media hora y aún no se había presentado, que extraño a pesar de ser irresponsable no era impuntual. ¿Dónde se habrá metido?

Mejor buscarla, no vaya a pasar que se haya ido y perder mi tiempo esperándola.

Repase los salones, pero no había rastro de ella.

Mi única opción era preguntarle a algunas de sus "amigas" que justo en ese momento iban desfilando delante de mí.  Incluso una me guiño el ojo descaradamente.

Tuve que requerir de mucha voluntad de mí parte para dirigirles la palabra.

–Hola chicas, disculpen ¿no saben si Jennette ya se retiro de la escuela? –pregunte en voz baja, para que tal vez con un poco de suerte no fuera escuchado.

Sin embargo todas voltearon hacia mí al unísonido.

No había marcha atrás.

Todas me miraron extrañadas y otras comiéndome con la mirada acaso no estaba en su vocabulario  la palabra »disimular«

–Si, ella fue a tirar la basura al contenedor, en unos segundos regresa ¿por qué?– dijo la más alta observándome intrigada, creo que era la mejor amiga de Jennette. Su nombre era... ¿María o Mónica?

–No, no es nada, gracias–. Le conteste alejándome lo más rápido que pude escuchando sus susurros atrás de mí.

¿Tirando basura? desde cuando fomentan la limpieza en la escuela.

¿Y si iba ayudarla?

No, parecería como si le preocupara en realidad ahora solo quedaba aguardar en el salón.

Avanzar con la lectura de mi libro, no fue de gran ayuda por que mis pensamientos sobre Jennette no dejaban concentrarme.

Saque la portátil, tal vez ella si fuera de ayuda.

Sin embargo su entrada al salón me altero, se veía exaltada y pálida.

A pesar de haberle preguntado, ella no contesto y verla llorar, sobre todo por algo desconocido para mi hacia crear una mezcla de impotencia y enojo.

Pero era mejor no insistir, mi madre alguna vez me dijo, que hay cosas en las que simplemente necesitamos estar solos y otras en las que no.

Fue sorprendente que después de lo ocurrido, se digno a quedarse, tal vez solo para distraerse.

–¿Te puedo pedir un favor?–dijo con voz ronca y sus ojos hinchados.

–Depende de cual sea–, le conteste.

–¿Podrias...llevarme a casa?–preguntó como un ruego de que así fuera.

–Cuando tenga mi carro, lo hare–, dije dando mi mejor sonrisa.

Ella también sonrió dándome un golpe en el hombro. Se sentía extraño, no sé si estaba bien pero en realidad no quería acostumbrarme a esto.

–Hablo enserio, si quieres yo me voy caminando y tú en tu bicicleta–. ¿Tendría que ver con sus lágrimas derramadas?

–Esta bien, aunque te dejare muy atrás.– añadi. Aunque sabia exactamente que la bicicleta tenia espacio para dos.

Una vez llegando al estacionamiento saque las llaves para quitar la cadena que le proporcionaba seguridad a la bicicleta.

–Tengo otra pregunta – murmuro jugando con las correas de su mochila.

–Y yo no tengo respuestas.

Primera Impresión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora