Capitulo 4 Thomas

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Un peso más que a partir de mañana tendría que cargar, no sabia ni cuanto tiempo se iba a retardar eso de ser tutor, por que establecer una conversación agradable no era su fuerte que digamos y menos con una chica como Jennette.

Último toque, que anunciaba la salida.
Me dirigía a la casillero cuando alguien se planto justo adelante de mí, justo cuando pensaba que ya no iba a tener otro lío, aparece ella; una chica teñida de rubio y unos brillantes ojos grises que me miraban nerviosos.

—Hola... Thomas ¿Me recuerdas?— Claro, la había visto por la escuela pero no recordaba su nombre, ¿y ahora qué? sin embargo creo que ella se dio cuenta por la cara que puse —. Bueno creo que no, Soy Minerva pero dime Min.

—Ok, Min— dije con cara de pocos amigos.— Oye ya me tengo que ir, lo siento, pero al menos ya sé tu nombre.

Presentía que esto no iba a acabar nada bien, mejor irse cuanto antes.

—Espera, es que yo.... bueno tú... me gustas. —Y por fin lo dijo, ya tenía mucho tiempo que ya no pasaban este tipo de situaciones.— Y  me preguntaba si ¿te gustaría tener una cita conmigo?

Y ahora era el momento de hacerse el malo de la historia, cuando iban a entender que NO quería salir con nadie aún.

Todas esa relaciones me parecían falsas, como alguien a tan corta edad podía enamorarse tan profundamente y  después de una semana juntos se dicen "Te amo."

Al menos yo no tenia prisa de estar atado a alguna chica. Sin embargo tan poco era de esos chicos que no querían establecer una relación con alguien solo por que les gustaba acostarse con la primera que se le pasaba por delante.

—Gracias por la invitación, pero no me apetece, lo siento.— Debí de ser muy duro por que un segundo después ya tenia su mano sobre mi mejilla, una cachetada y salió huyendo dramáticamente. Me quede en shock por un momento, no podía hacer nada, más que sobarme mi mejilla que quedo roja por el golpe.

El día iba de mal en peor, al menos hoy tenia la oportunidad de comer en mi cafetería favorita.

Allí se respiraba tranquilidad. De hecho iba allí en lugar de la cafetería de la escuela, era una de las ventajas de tener permiso a la hora del almuerzo además que la comida de la escuela era un asco y también tendría que lidiar para tener la mesa para mi solo.

Tome mi bicicleta azul del estacionamiento y emprendimos el camino hacia la cafetería. Creo que una de las razones por que me gusta tanto ese lugar era por que era feliz cuando entre por primera vez con mí mamá.

Hace cuatro años...

—Tommy ¿ Qué te parece si vamos a pasear?—, dijo mi mamá de repente

Me encantaba que ella disponía tiempo siempre para mí, ya que la mayoría de mis compañeros no ven a sus madres debido al exceso de trabajo, en cambio la mía estaba ahí. Siempre para mí y cuando se estaba de muy buen humor se le ocurrían ideas divertidas y llenas de locura.

—Pero tengo mucha tarea además, ¿a donde iríamos?—, pregunte emocionado ante la idea.

—No te preocupes por la tarea, aún eres muy joven para estresarte por eso— me dijo mientras me acariciaba el cabello
.— Te apetece pasear sin ningún rumbo.

—¿Sin ningún rumbo? entonces nos perderíamos y no habría nada de diversión— dije pensando que era la idea más descabellada que se la hubiera ocurrido.

—Tommy, las mejores cosas pasan sin ser planeadas—, aún así me seguía sonando muy loco pero acepte.

Entonces nos subimos al auto, solo mamá y yo, por que a mi padre se la vivía en el trabajo o al menos eso pensábamos los dos.

En el camino, mi mama puso su disco con sus canciones preferidas y nos dejamos llevar cantando a todo pulmón: Don't Let Me Down de  The Beatles, a los dos nos gustaba esa canción.

Y nuestra primera parada fue en una cafetería, que no conocía y ninguno de los dos había entrado, cuando entramos note que era bastante amplia y tenia una decoración llena de cuadros de diferentes artistas urbanos.
Yo los observaba con admiración mientras que mi mamá pedía los almuerzos para llevar.
Después de repasar todos los cuadros, me senté a esperar. Definitivamente me gustaba ese lugar, tenía una esencia de tranquilidad.

—¿Listo, para emprender nuestra aventura?—dijo mamá, cargando las bolsas con nuestros almuerzos.

—Listo —, en ese momento me prometí que teníamos que regresar a aquella cafetería.

Y así, caminamos hasta llegar a un parque con muchas arboledas pero gracias al cielo no había ni un alma en aquel parque, por que mamá se a costo en el césped como si fuera su cama, y todavia esperando a que yo la siguiera.

—No esperes que yo también me tire, mamá— le dije mientras ella me miraba divertida, yo ya no era un niño, ya tenia 13 años, no iba a ridiculizarme en un parque.

Entonces sin previo aviso me jalo hacia ella y caí en el césped. Por supuesto no pude evitar reírme con ella.

Las horas transcurrieron; comimos, giramos en el césped, jugamos a escondernos entre la arboleda y ya habíamos pensado en irnos pero mi mamá tuvo otra genial idea.

Un reto para mí, al parecer solo para mí, por que ella no se veía para nada preocupada. El cual era subirnos a aquel gigantesco árbol.

—No hablaras enserio—pero al parecer si, ella se quito los zapatos y comenzó a escalar aquel árbol—¿Y si... me caigo?

—Para eso estoy, Tommy. Yo te cuidare, además despreocúpate que al final del reto siempre hay una recompensa—¡Pero de que rayos hablaba!

Trague saliva y comencé a escalar, claro con un poco de ayuda por parte de mi mamá.

Y al final comprendí. Al llegar a la última rama que era capaz de sostenernos, pude contemplar un paisaje hermoso como si hubiera sido transportado a un mundo diferente.

Los últimos rayos del sol brillaba ante aquel lago inmenso, con mucha intensidad y los edificios parecían, gigantes enormes con vida propia, que lo protegían. Las aves esparcidas en parvadas, por el cielo anaranjado del atardecer. Una combinación perfecta y una buena recompensa ante aquel reto.

***

Al entrar a la cafetería. Estaba muy concurrida más de lo común, por eso muy pocas veces iba en la tarde. 
Había estudiantes, adultos con trajes y portafolios incluso una familia. No me quedaba de otra mas que hacer fila.

Detrás de mi unas chicas sentadas en la mesa me miraban como si fuera la atracción de un circo de fenómenos. Y se susurraban cosas y soltaban una que otra risita, sin mas remedio las ignore por que me empezaban a poner nervioso.

Por fin era mi turno.

  — Hola me da...

— ¿Un café expresso y un club sándwich?—, contesto la cajera con una sonrisa en los labios.

De donde salia esta gente, acaso leí a la mente, porque  apenas era nueva, si bien recuerda y solo lo había atendido una vez y fue la semana pasada, cuantos clientes a tenido ¿acaso se aprendía todos de memoria? Eso daba miedo.

—Si, exactamente eso— la mire expectante, esperando a que me contara su secreto de como lo había hecho.

—Bien, aquí tiene—, me entrego el ticket con una sonrisa atrevida.

Acaso me estaba coqueteando. No, deben de ser alucinaciones mías.

Recogí mi comida y comí lo mas rápido que podía, en verdad esas chicas me ponían los nervios de punta.

Primera Impresión ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora