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Chicago
La habitación oscura se encontraba en silencio antes de que el ruido de las cadenas lo llenará por completo, pues el hombre que se hayaba atado no dejaba de moverse tratando de escapar de la pistola apuntando a su cabeza.
— Deberías decirme lo que te pregunté — habló pausadamente.
El hombre se burló en su cara.
— ¿Que harás si no lo hago? No me das miedo solo por tener un arma en la mano. Las mujeres no dan miedo, solo están hechas para estar dentro de una cocina y en silencio — respondió él.
Ella sonrió de lado.
— Una lástima que no puedas volver con la tuya — fue lo último que dijo para después dispararle en la frente.
Manchandoce el bello vestido blanco con sangre sucia del viejo hombre imbécil al que acaba de matar.
Paso una de su manos por su mejilla para quitar el rastro de sangre que la había salpicado allí y sonrió. Los hombres eran tan estupidos, creían tener el mundo a sus pies.
Realmente patético.
Dando media vuelta miró hacia los otros hombres atados en sillas.
— Bien, una lástima lo de su hermano chicos. Ahora dejemos de jugar y díganme lo que les pregunté — hablo mientras caminaba hacia ellos.
— No sabemos nada de ellas — dijo rápidamente uno de ellos.
— ¿Seguros? — preguntó con burla.
— Ellas están muertas, no sabemos quién las mato lo juro. Lo único que sabemos es que les abrieron el estómago — habló rápidamente otro.
— Que lindo sujeto eres, también inteligente por lo que veo — comentó ella, caminando hacía él y tomándolo del mentón — te mataría en el momento en el que yo quiera, pero sin embargo no lo haré. Es tu día de suerte por que hoy me siento generosa —
— ¿Que? — pregunto él, desconcertado.
— Te daré un trabajo, como muestra de lo generosa que soy también protejere a tu familia. Ahora formas parte de nosotros, espero que sepas valorarlo amor, o tu linda familia pagará las consecuencias — volteó para mirar a James — desatalo y has que vaya por su familia — le indicó, su amigo enseguida obedeció.
Espero hasta que los dos hombre salieran para mirar a los tres restantes.
— Es una lástima que no hubieran hablado antes, en fin yo les avisé — se encogió de hombros mientras le disparaba a uno, escuchando como los otros suplicaba su perdón.
