𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 11 : 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑖𝑠 𝑣𝑖𝑣𝑜s

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Me desperté con el canto de los pájaros alrededor de la casa, Pieck no estaba a mi lado.
Ya llevábamos un par de días allí, la rutina era la misma. Caza, agua y descansa.

- Buenos días - Gabi estaba sentada en el sofá con la cara metida en un libro, llevaba ropa nueva que encontramos en la casa. También había latas pero las dejamos para nuestro viaje.

- Hola. Pieck ahora vuelve, ha ido a cazar - respondió mirando de nuevo el libro, llevaba dos días leyendo sin parar.

- Podrías llevarte un par de libros si quieres.

- ¿Puedo? - me encogí de hombros.

- No creo que nadie de aquí los necesite más. Voy a tomarme un baño antes de salir, tú deberías también después de mi.

- Ugh, ese baño da miedo. Tiene unas baldosas verdes muy feas.

- Más feo es como hueles Gabi - me tiró un cojín y me rebotó en la cara - No acabas de hacer lo que creo que acabas de hacer - cogí el cojín y se lo tiré. Le tiré el libro sin querer y eso desencadenó en una guerra de cojines muy intensa.

- ¿Pero que hacéis? - nos dijo una Pieck muy ruisueña, en su hombro tenía 4 hurones.

- ¡Ella empezó! - dijimos a la vez mientras nos señalábamos.

- No teneis remedio - nos ayudó a levantarnos y colocar todo - Hoy empezamos el viaje, ¿listas para encontrar a nuestros amigos?

- ¿Como estamos seguros de que están vivos? - no le podía tomar en cuanta que lo hubiera soltado tan fría, todavía era pequeña.

- Bueno, no lo sabemos pero tenemos fe.

- Eres atea - mira que la gustaba contradecirme.

- Calla y sigue leyendo. - me hizo caso y fui con Pieck al cuarto - ¿De verdad estás segura de que me queréis ayudar? Puedo ir yo y luego volver con ellos, la casa es cómoda - estaba acobardada, no por mí sino porque no quería arriesgar sus vidas por una decisión propia.

- La única manera de que eso pase es que muera y no va a pasar - sonreí un poco, su lealtad era inquebrantable - Ven aquí - abrió sus brazos y me envolví en ellos.

- Deberíamos ducharnos antes de salir de aquí, hay que aprovechar que tenemos agua corriente.

- Ve tú mientras yo limpio los hurones - la verdad es que había aprendido muy rápido, se había hecho con el arco y el cuchillo muy bien. Parecía que la casa no era de los muertos que encontramos al llegar, tenían tres chuchillos de supervivencia y muchas latas.

- ¿Segura? - besó mi mejilla y fue directa a la cocina. El día anterior habíamos limpiado la ropa que llevábamos aparte de la que encontramos en la casa, nos quedaba perfecta a todas. Fui a la ducha y no tardé demasiado, quería que se ducharan rápido y así con horas más de luz. Cogí un pantalón oscuro, mis botas y una camiseta marrón casi negra. Mi ropa del primer día estaba guardada en una de las mochilas que encontramos, parecía de deporte y era perfecta para guardar una gran cantidad de cosas. En esa llevábamos todas las botellas de agua que habíamos podido llenar, latas, cargadores para las pistolas y el rifle guardado. En la pequeña llevábamos una pequeña olla, más ropa y provisiones - Gabi ve a la ducha.

Fue a regañadientes pero agradecimos que se duchara, empezaba a oler mal.

- Te ayudo - cogí uno de los hurones y los despellejé mientras ella freía los otros tres.

- Yo ya me he duchado está mañana  no hace falta a esperar hasta después del desayuno - ayer también se comportó como si tuviera toda la responsabilidad sobre ella, se levantó más temprano y fue a cazar antes de que me despertará.

No te pares || Pieck FingerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora