Jun Alice tenía un deseo. Uno que incluía a su padre y a su traumático pasado, pero antes de poder cumplirlo algo sucedió. Algo que comenzó a acabar con el mundo lentamente, apenas dejándola pensar y consumándola por completo. En una lucha entre mon...
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INICIO Y FINAL.
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ME TAMBALEE EN MI LUGAR cuando otro golpe llegó a mis brazos. No sería el primero y probablemente tampoco el último, pero yo me encargaría de que así fuera. De que todo terminara. De que el hombre frente a mi al que llamaba ¨padre¨ pagara por cada una de sus acciones que me arruinó la vida.
Ni siquiera le miré, distraída en sobarme el brazo golpeado, ya herido anteriormente con quemaduras. Mi pecho se movía de arriba abajo, como si acaso me fallara la respiración, pero no era así. Estaba furiosa, conteniendo mi rabia y conteniéndome a mi misma de lanzarme hacia él y cumplir uno de mis deseos más profundos. Quería herirlo.
ㅡ ¡Eres una inútil! Solo estorbándome en la vida.
Contuve todos mis malos pensamientos de herirlo y me reprimí en mi lugar, frunciendo el ceño con los puños apretados a cada uno de mis costados.
ㅡ Yo no pedí quedarme contigo ㅡ murmure entre dientes, lo suficientemente alto para que escuchara y rechinara los dientes, avanzando peligrosamente hacia mí, otra vez. ㅡ. ¡Yo no pedí estar a tu lado! ¡Yo no quiero tener que verte!
Mi rostro se movió por completo hacia la derecha ante su abofeteada. Mi mano instintivamente se poso ahí, sobando el golpe, con la mejilla ardiéndome. Lo vi respirar con la boca abierta, también lleno de coraje y cansancio. Ojalá le diese un paro cardíaco y todo terminara.
ㅡ Eres una mal educada, todos me lo han dicho. Una vergüenza de hija.
Como si acaso él fuese el mejor padre...
ㅡ Igual a tu madre, tan inútiles y débiles, no sirven para nada. Le ocurrió lo que debía ocurrirle, porque así es como terminan cuando se quieren hacer las listas, ¿acaso lo olvidas? Como tu madre terminó pidiendo perdón, así debe ser...
ㅡ ¡Cierra la boca! ㅡ lo interrumpí en un grito. Con la ira dominándome, pero esta vez, las lágrimas comenzando a caer por mis mejillas. No era por el dolor en mis brazos, ni el dolor ardiendo en mi mejilla izquierda. Era mi madre. No permitiría que hablara de ella nunca en la vida.
