Jun Alice tenía un deseo. Uno que incluía a su padre y a su traumático pasado, pero antes de poder cumplirlo algo sucedió. Algo que comenzó a acabar con el mundo lentamente, apenas dejándola pensar y consumándola por completo. En una lucha entre mon...
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NO HAY DULCE HOGAR.
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Alguien frente a ella se detuvo. Alice se dio un golpe en la cabeza contra la espalda de la otra persona y se despertó abruptamente. Se sentía como si la venda en sus ojos cayera, dejándola admirar el panorama alrededor aún con los recuerdos pasando por su mente. La noche anterior todavía gozaba de felicidad para luego terminar en gritos y sollozos en su interior. Se sentía en medio de una tortura, volviendo a ser la víctima golpeada hasta caer en un vacío interminable de dolor y locura.
Parpadeó varias veces con somnolencia, perdida en el sonido de su corazón latiendo cada vez más lento de lo normal, con el pitido en los oídos aún chillando. Era como estar muerto en vida si es que se podía. No tenía fuerzas ni optimismo por respirar. En ese momento, estaba débil, como aquellas veces que su padre se cansaba de torturarla.
ㅡ ¡CORRE! ㅡ gritó una voz a su lado. La persona le dio otro empujón y se tambaleó retrocediendo dos pasos ㅡ ¡CORRE!
Entonces vio la destrucción. Escuchó el tiroteo a su costado y los gritos de horror envolviendo sus oídos, el terror, el pánico y la desesperación. Un hombre incendiado pasó a sus costado y contuvo la respiración. Quizás, en el pasado estaría en el suelo temblando, aterrada por el recuerdo, pero ahora... no tenía miedo. Podía escuchar la dulce voz susurrando, calmando, llamándola. Y se sintió miserable de disfrutar un momento que para el resto era desagradable.
ㅡ ¡Alice, muévete!
Ji Soo la empujó por los hombros y Alice volvió a la realidad. Ya no estaban en el edificio, ya no estaban en la nieve, ya no estaban en el vacío ni mucho menos solos. Habían sido llevados a un lugar que en estos momentos se estaba desbordando.
Sus piernas le obedecieron tarde, pero se echó a correr tras el grupo, mirando de reojo a Eun Yoo seguirle el paso con desorientación. Incluso ella misma lo estaba, de alguna manera el pensamiento de quedarse quieta y cerrar los ojos para morir en paz cruzó su mente, pero Ji Soo la sujetó de la muñeca y tiró de ella entre la multitud, impidiendo realizar su deseo.
