Jun Alice tenía un deseo. Uno que incluía a su padre y a su traumático pasado, pero antes de poder cumplirlo algo sucedió. Algo que comenzó a acabar con el mundo lentamente, apenas dejándola pensar y consumándola por completo. En una lucha entre mon...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ADIÓS ESPERANZA.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
━━━━━━━━━━━━━━━━
Sus sollozos se oyeron audiblemente haciendo eco en la habitación. Alice estaba llorando. Otra vez. Con el recuerdo vivo de la persona a quién más amo en la vida, con su rostro grabado en la mente sintiendo temor de olvidarlo.
Un año.
Había pasado más de un año desde que el mundo se había destruido. Alice vivía el día a día, sin vivir realmente. Era una muerta en vida. Lo único que le ayudaba a despertar cada mañana era la idea de encontrar a Eun Hyuk, porque seguía sin rendirse. No iba aceptar que él simplemente había desaparecido. Pero eso mismo la estaba consumiendo, dedicando su patética vida a buscarlo.
Volveré, lo prometo.
— ¿Crees que él volverá? — susurró con voz quebrada. — ¿Crees que él todavía me ama?
Acarició las orejas del gatito en sus manos, ese pequeño felino al que Eun Yoo y ella alimentaban y que, en esos momentos, había metido de contrabando al estadio donde habitaban como refugio.
Recibió un ronroneo como respuesta.
Las lágrimas cayeron al suelo y ella hipó, cerrando los ojos para imaginar, porque su imaginación era fantástica para hacerla sentir mejor. Recordó los ojos vacilantes esa última vez que la miraron fijamente, con un brillo nuevo que demostraba amor; la sonrisa ladina y esa risa melodiosa y burlona. Alice casi pudo sentir los brazos de Eun Hyuk sobre sus hombros, acurrucándola contra su pecho, susurrando palabras dulces.
— Lo extraño mucho.
Ella lo encontraría.
Un ruido estrepitoso resonó en la pequeña habitación. Se limpió las lágrimas que habían estado saliendo por su llanto mañanero que se convirtió en parte de su rutina. Se talló con el brazo la cara de forma brusca buscando borrar cualquier rastro que delatara su debilidad y se colocó las gafas sin cristal que pertenecían a Eun Hyuk, esas que tenían como recuerdo.