Jun Alice tenía un deseo. Uno que incluía a su padre y a su traumático pasado, pero antes de poder cumplirlo algo sucedió. Algo que comenzó a acabar con el mundo lentamente, apenas dejándola pensar y consumándola por completo. En una lucha entre mon...
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PAZ.
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ㅡ MORISTE Y DEBIAS VIVIR ㅡ comenzó a hablar el señor An. La voz le temblaba. ㅡ... Yo viví y debería estar muerto.
Apenas si podía mantenerme de pie observando la lápida, con la mirada fija en la flor de papel que los niños hicieron con cariño para la despedida de Jae Hun. Con un silencio sepulcral y doloroso, apenas escuchándose por lo bajo los sollozos del grupo, incluidos los míos.
Recordaba la primera vez que vi a Jae Hun, portando un traje elegante y unos lentes que lo hacían ver intelectual, pero con la cara salpicada de sangre y tierra, permaneciendo al lado de Ji Soo como su fiel compañero y amigo. Musitando sobre Dios y siempre viendo por el bien de los demás. Por ayudar.
Todo estaba tan... doloroso.
Dirigí una mirada suspicaz al resto, que mantenían la vista gacha y los hombros decaídos. Ji Soo estaba recargada en una pared alejada, observando con ojos tristes la escena. A ella debía dolerle más que a nadie.
Y nuevamente recordé mi pesar. Me recordé a mi misma segundos antes de la tragedia; tan feliz y aniñada corriendo tras de Eun Hyuk, jugueteando a la enamorada, cuando bien pude haber estado vagando por el lugar y quizás, de esa manera, acudir más rápido al llamado de emergencia. Tal vez las cosas no serían las mismas.
Apreté con rabia la manga de mi camiseta bajo mi palma.
Fue cuestión de tiempo para que todos se dispersaran. Pensé en ir con Ji Soo y animarla un poco, pero ¿de que serviría? No sabía que decir y estaba segura que yo no me encontraba mejor que ella. Así que, simplemente me aleje de todos, tan enojada conmigo misma como para querer mantener una conversación con alguien más.
De pronto, la esperanza y felicidad que ese hogar junto al grupo me había llenada estaba desapareciendo. Me había confiado de una felicidad que no merecía, que nunca tuve y apenas si la probé un poco me enloquecí. Una tontería... debí conocer mi lugar.
