Jun Alice tenía un deseo. Uno que incluía a su padre y a su traumático pasado, pero antes de poder cumplirlo algo sucedió. Algo que comenzó a acabar con el mundo lentamente, apenas dejándola pensar y consumándola por completo. En una lucha entre mon...
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UN BUEN EQUIPO.
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HABÍA LEÍDO EL ARTÍCULO EN INTERNET. Ese donde hablaban de las criaturas que ahora habitaban en nuestro mundo. Aquello que no era una enfermedad, sino más bien, una maldición.
No me costó entender lo que ocurría. Vi miles de películas donde el apocalipsis llegaba y quedarme a pensar en que vivía en una fantasía me convertía en un punto débil, listo para morir. Yo no quería morir. No aún. Por lo que terminé tocando desesperadamente la puerta del 1408. El hombre me recibió sin rechistar. Parecía entender mejor que yo lo que ocurría. Estaba agradecida de que me haya dado un refugio a su lado.
Entonces aprendí sobre él. Era un ex soldado, claramente un soldado veterano, retirado por su condición. No supe cuántas horas habían pasado desde que terminé a su lado, sintiéndome segura con ese hombrecito. Pero, de pronto, los chillidos y gritos nos alarmaron e hicieron asomarnos pro la ventana. Eran gritos de niños.
Un par de pisos bajo nosotros, dos niños estaban siendo invadidos por una de esas cosas. No había visto una en persona fuera de la mujer, que en realidad no vi en su totalidad, pero Han Du Sik, me hablo lo suficiente de ellos como para temerles y saber que esos pequeños estaban en peligro. Por un momento me quedé helada, viendo al enorme ojo asomarse por la ventana de los niños.
ㅡ ¡Sálvennos por favor!
ㅡ Tenemos que hacer algo ㅡ exclamé, recargada en la ventana. Du Sik estaba a mi lado en su silla de ruedas observando igual de aterrado que yo. ㅡ. Tenemos que ayudarlos ㅡ repetí con impaciencia.
Me apunto encima de la pequeña mesa, y comprendí. Llevé rápidamente su arma hacia él. Estaba dando brinquitos en mi lugar desesperada, si las cosas no se arreglaban me lanzaría por esa ventana a ayudar si era necesario.
Mientras Du Sik apuntaba el arma, una televisión cayo directo al gran ojo, captando su atención, y entonces se dirigió hacia el responsable. Estaba justo a un par de departamentos de nosotros, a un costado del mío, y me basto ver el cabello largo del chico como para reconocerlo.
