21 | 21 días

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Hoy no tengo inspiración ni ganas para escribir. Quizás es por el día tan ajetreado y lleno de información que he tenido, haciendo que me sature y me desoriente por completo. La abundancia de distracciones hace que mi creatividad no prolifere. Al fin y al cabo, creo que la mejor solución para esto sería adaptarme y crear una rutina de escritura, teniendo mi momento de libertad y, aunque cueste, forzando mi imaginación y haciendo que renazca de sus cenizas cual ave fénix. Si algo he aprendido en este período de tiempo tan corto que llevo de día gracias a Selena Milán, es que para crear un hábito solo necesitas 21 días.

21 días para crearlo todo,

21 rebosantes días. Pero la gran pregunta es... ¿Porqué 21?

¿Qué hace que este número se encuentre dotado de tan semejante poder y convicción?

¿No será que la propia conciencia humana desarrolla un sentimiento de costumbre ficticio cuando estas fechas se acercan?

¿Qué es si no la rutina?

¿La rutina no es más que la repetición constante e inalterable de un hecho involuntariamente aceptado por nuestro subconsciente?

En sí, la rutina puede ser o no ser beneficiosa, sin duda existen muchas rutinas críticas para nuestro propio ser que pueden incluso debilitar la vigencia de nuestra existencia, haciendo que diferentes sentimientos fluctúen entre sí, y en grandes ocasiones, se vuelvan negativos.

La mayor ventaja de la humanidad puede volverse nuestra ruina si no sabemos cómo y de que manera aplicarla a nuestras vidas.

Volviendo al tema principal, llevo intentando exprimir mi creatividad de maneras inimaginables, como una presión constante en mi ser, como si no hubiese el tiempo suficiente para hacerlo, como si no tuviese la suficiente vida por delante y la velocidad invadiera mi conciencia adentrándose hasta en la capa más recóndita de mi mente. Una gran corazonada me obliga a escribir estos textos, como de si una catástrofe inminente acechase sin descanso no solo en mi vida, si no en el transcurso de la vida como concepto. Sé que son simples pensamientos intrusivos, productos de mi imaginación, o eso quiero creer, o eso necesito para así aferrarme a la posibilidad de tener un futuro próspero en el que se reconozcan mis actos y mi aportación como mente pensante al mundo en su conjunto, pero bueno.

Realmente, mientras escribo estas palabras, me encuentro reflexionando llevado por la fantasía empiezo a imaginarme que podría haber sido en mi vida pasada si es que tal cosa existe: un gran filósofo, quizás? alguien con demasiada mente crítica? aunque algo en mí dice que ese personaje que habitó mi alma antes que yo nunca llegó a proliferar y mostrar al universo de lo que era capaz, probablemente por la situación de aquella época y por el miedo a ser juzgado, miedo que todavía predomina en el presente, por muy avanzada que se encuentre la sociedad en estos días.

Parece que, incluso, estas palabras están escritas desde lo que en su día llegué a ser, no desde  lo que soy: como si mis antepasados estuviesen utilizando mi conciencia en este planeta para expresarse de una vez por todas haciendo que quede constancia de lo que en su día fueron, aunque solo sea un poco. Puedo notar como una presión se apodera de mí, pasando por cada uno de mis sentimientos y recuerdos, pudiendo ver con mayor claridad lo que en su día fui, extrañamente escribiéndolo todo en estes caracteres interminables. Ahora lo veo más claro, ahora puedo saber porqué estoy aquí y porqué una gran paz y harmonía abundan en mí cuando me dispongo a escribir. 

En verdad sé que todo es ficción, que solo son fantasías producto de mi mente, pero a veces me entretiene sumergirme en ella y ver hasta donde puedo llegar.

Es como algo que forma parte de mi ser desde que el mismo llegó a este mundo, me encanta jugar con las alegorías de la escritura e incluso elaborar mis propias reglas.

Posiblemente cualquier lector u espectador que esté contemplando mis escrituras en este momento no ha podido evitar replantearse si está leyendo a un escritor en sus plenas cualidades, o, en cambio, está observando las palabras de un ser que ha perdido completamente sus casillas.

Quizás tiene razón, quizás haya perdido la cabeza, pero al final sé que pronto me volveré a encontrar.

Mientras escribo rápidos e incesantes términos, como si de una máquina de producción instantánea se tratase, noto como de una vez por todas mi ser se siente liberado, feliz y en paz. Me siento de la misma manera que se sentiría alguien que lleva muchos años ocultando la verdad, aguantándola incesante en la punta de su paladar hasta que por fin decide (o puede) decir lo que piensa, expresarse, hablar, soltar, dejar ir, dejar que su alma y vida se volatilicen en el alba de la verdad. 

Noto como mi pasado me lo agradece, mi futuro lo siente y mi presente lo vive. Una sensación indescriptible, pero apaciguada... ¿Realmente llegará el día en el que no me queden palabras?

No quiero adelantarme a los hechos pero, en este momento, no hay ningún indicio que indique lo mencionado.

En lo que llevo de transcurso de vida, todavía no he vivido la tan famosa, imponente y temida situación conocida como "bloqueo creativo". Sinceramente sí he vivido períodos en los que he estado mucho tiempo sin escribir una sola palabra, mudo al universo, pero más que bloqueo, creo que se parecería más a una pérdida de ambición y ganas, ya que, en lo que llevo de vida como escritor, si se le puede llamar así, he aprendido que uno, cuando pasa un período de tiempo sin escribir, olvida lo ambicioso y gratificante que es redactar esas tan idílicas y a su vez realistas palabras, que afortunadamente pueden cambiarle la vida a más de uno (si sabe como escogerlas bien, claro).

De echo, la gratificación de redactar y expresarte a través de las palabras es una de las cosas que sorprendentemente más rápido se quedan en el olvido, ya que se viven. 

Sí, puedes confiar en mí, tengo buena memoria, tanto que todavía me acuerdo de mis vidas pasadas, ¿Raro, verdad? O más que raro, diría que único, ya que la definición de "raro" es una situación o hecho que sucede en selectivas ocasiones, sentencia que no se ajusta a lo que verdaderamente está sucediendo. En cambio, la definición que sí se ajusta es la sentencia que ha llevado a muchos seres a incontables confusiones a lo largo de generaciones es "único": algo que muy pocos son capaces de conseguir.

Ya sea porque pertenece a un don de nacimiento, el más exclusivo, por cierto, o porque no está dentro de la jerarquización de la sociedad, porque nadie tiene los medios necesarios para llegar a esa posición que alguien ha tomado en su lugar.

Sea lo que sea, ser único es algo extremadamente difícil, que no siempre tiene por que ser reconfortante. 

Si alguien es único tanto por naturaleza como por destreza, esa exclusividad puede llevar a la locura, algo que podría perfectamente hacer referencia a aquel tema tratado anteriormente. 

En el momento en el que esa situación ocurre, la persona que posea esa cualidad mayoritariamente intentará aferrarse a esa autenticidad ocultando los problemas que le lleva poseerla. 

Lo último que una persona única a la que singularidad le juega una mala vida necesita es que el resto de población que no comprende su situación se de cuenta de lo que sucede e invisibilice todavía más de lo que está a susodicho en cuestión.

La exclusión de un individuo a toda una sociedad, por muy canónica que sea, conlleva al aislamiento y la soledad permanente, que provoca una pérdida de interés por cualquier ámbito de la vida que anteriormente a una persona le parecería entusiasmada.

En ligeras palabras, echar a alguien de la vida pública puede provocar que esa persona no cumpla los sueños que desde un principio quiso cumplir, haciendo que viva una vida indeseable y frustrante que termina rompiendo una alma.

Por ello y por mucho más, no dejes que la sociedad te consuma, no formes parte de su consumo e intenta, si de verdad quieres, dejar una marca permanente en la historia, cambiando cada raíz de sus organismos por completo, al fin y al cabo, no tienes nada que perder. 

Si yo lo he hecho, créeme, aunque cueste mucho hacerlo con lo que te estoy diciendo, tú también puedes.





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