El dominante le da un beso profundo, jugando con su lengua entre sus labios y succionando su piel. Fiammenta lo escucha gruñir satisfactoriamente cuando ella ahoga un gemido en su boca.Ahí. En ese punto exacto en donde el placer jugaba con el dolor.
Sus dedos pellizcaban sus pezones mientras que su mano libre se encargaba de formar un firme agarre alrededor de su cuello. No la estaba ahorcando ni mucho menos, pero sentía a la perfección sus dedos ajustarse en su piel.
—Señor, por favor...— dijo por lo bajo, su respiración agitada delataba sus ganas y, aunque no era un secreto a voces que Zabdiel la excitaba en cantidad, no quería verse tan desesperada.
—¿Quieres que sea yo el que te folle frente a todos, muñeca?— cuestionó con la voz ronca.
A la sumisa le sorprendió esa pregunta, conocía al dominante desde hacía bastante tiempo y sabía mejor que nadie que estas cosas no eran su estilo.
¿Por qué querría esa noche hacerlo?
—Si.— admitió dando un ligero asentimiento—. Si quiero, señor, eso es lo que más deseo...
Pensó que se negaría rotundamente y que la dejaría en humillación frente al público, pero no lo hizo. Sonrió de forma socarrona mientras la subía a una pequeña mesa para que quedara a su misma altura, bajó con lentitud la cremallera de su pantalón y liberó su polla para acercarla a la resbaladiza entrada de su sumisa.
—Yo también es lo que más deseo... Y a CNCO se viene para cumplir todos los deseos sexuales, ¿no es así?
—Si, señor.— respondió al tiempo que este se adentraba en ella, gimió desvergonzada echando su cabeza hacia atrás.
Lo que menos le importaba era si había o no personas mirando, era consciente de que el porno en vivo no era la fantasía de todos, había personas con la mente muy abierta y dispuestas a todo, pero también había otras que preferían mantener sus fantasías a puerta cerrada.
Decidió que la mejor opción en ese momento era olvidarse de lo que las demás personas querían y centrarse en lo que ella quería; disfrutar todo lo que el maestro de Jesús podría brindarle.
Su polla entraba y salía de su interior de una forma deliciosa, sus cuerpos se conocían perfectamente y la fricción de ellos ya era una placentera costumbre. Zabdiel era un gran experto con las manos, sabía que podía hacer cosas gloriosas con ellas así que no dudó en añadirlas al juego para llevar a su acompañante al cielo.
Besos húmedos, caricias calientes, penetraciones profundas... ¿Qué más podía pedir ella de un hombre como él?
La satisfacía en todos los sentidos del ámbito sexual, bien es cierto que no era ni la mitad de masoquista que sus compañeros pero era lo que ella quería, ansiaba y necesitaba.
Ni demasiado duro ni demasiado suave, alguien que pudiera complacerla en la cama de tal forma... Bueno, "en la cama" era solamente una forma de decir porque lo hacían en muchísimos más lugares. El moreno era una de las principales características en la relación que tenían.
—No te muerdas el labio, no reprimas tus gemidos...— dijo con la voz ronca cerca de su oreja—. Grita mi nombre, Fiammenta, hazles saber a todos quién es el hombre que te dá los mejores orgasmos.
Deslizó sus dientes por su labio inferior y, haciéndole caso a su mandato, dejó que un gemido con su nombre se escapara de sus labios en el momento que el orgasmo golpeó con fuerza en su cuerpo.
Zabdiel la sostuvo en sus brazos después de correrse, no le preocupaba demasiado haberla llenado con su semen porque no era la primera vez que eso sucedía, sabía que ella tomaba la píldora porque no planeaba ser madre por el momento y también era consciente de que no había riesgo de enfermedades de transmisión sexual porque únicamente mantenían relaciones entre ellos.
—Zabdiel...— pronunció su nombre con un tono de voz cansado, no era de extrañar que se sintiera un poco agotada después de lo que había sucedido encima del escenario.
—Shh, voy a llevarte a una de las habitaciones de la casa, estate tranquila.— le dijo con la voz calmada, la suavidad de esta proporcionaba tranquilidad a cualquiera, pues no parecía la misma que cuando daba órdenes o impartía castigos.
Fiammenta estremeció cuando sintió el frío de la noche en su desnuda piel, sus ojos todavía permanecían vendados así que tenía que limitarse a hacerle caso a Zabdiel, no le convenía reclamar.
Él cumplió con sus palabras, caminó hasta una de las camas de la segunda planta de la casa de color azul que le pertenecía y dejó que el cuerpo de la sumisa descansara en el colchón.
—Espera un momento.— le indicó mientras se dedicaba a desatar la venda de sus ojos—. Ya está, abre los ojitos.
No tardó en hacer lo que acababa de pedirle, volver a mirarlo a la cara después de haber echado un polvo con los ojos cubiertos era la mejor sensación del mundo.
—Bienvenida al mundo, es un placer tenerte de vuelta.— murmuró el dominante con una sonrisa de labios pegados.
—El placer es mío.— respondió dejando un mechón de su cabello detrás de su oreja.
Entonces se dio cuenta, todo este tiempo había estado desconectada del mundo y a su vez había estado más conectada que nunca, era cuestión de perspectiva.
Había vuelto a la realidad después de tanta fantasía...
O tal vez había salido de la realidad, de su realidad, para ahora dar paso a la fantasía.
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Rota Fantasía
ЧиклитFiammenta llevaba tiempo trabajando en el club, además de ser camarera era la sumisa de Zabdiel. En él depositaba su total confianza, ejercía mejor que nadie su roll de sumisa en aquel lugar. Entonces sucedió. Su primer error fue mezclar sus senti...