CAP. 4

543 38 16
                                    

CAPÍTULO CUATRO.
UN EPÍLOGO PARA MARCUS.

𝐍𝐀𝐑𝐑𝐀𝐃𝐎𝐑 𝐎𝐌𝐍𝐈𝐒𝐂𝐈𝐄𝐍𝐓𝐄.
—De verdad no sé qué decir —. Aseguró por cuarta vez Taylor.

Triana suspiro, mientras ambos deshacían su ordenada cama matrimonial, para acostarse a dormir.

—Es tu mejor amigo —le recordó ella, Taylor asintió, acomodándose en la cama: —deberías ser el primero en saber que decirle.

Taylor suspiró, apoyado su tronco, y cabeza, del espaldar de la cama: —Marcus se está divorciando, se irá del país, y teóricamente será papá soltero, creo que ya me gaste mi arsenal de palabras motivadoras, y mi hígado y riñones no aguantaran otra noche de copas con él —aclaro Taylor, temiendo por sus viseras.

Triana sonrió un poco, y se sentó en la cama, besando la mejilla de su marido: —eres un grandioso amigo... ¿Lo sabes?

—Tan grandioso que no sé qué decir en su discurso de despedida —retomo el tema, el cual lo agobiaba: —¿Por qué no podía darlo Logan? A él se le da mejor las palabras que a mí.

—Porque tu papá está ascendiendo a Marcus, y es una fiesta de la empresa, y todos ahí sabe que tú y Marcus son como... —pensó un dúo semejante, pero realmente no supo con quienes compararlos.

Taylor se rasco el cabello, frustrado, ya mañana tendría que dar el discurso en la fiesta que la empresa le organizo a Marcus como despedida, antes de que se mudará a Inglaterra junto a su hijo Relicario.

—Intenta... No sé... —Triana entrelazo su mano con la de Taylor, y apoyó su cabeza en su hombro: —intenta recordar el momento justo donde te distes cuenta que Marcus siempre estaría para ti...

—No es mala idea... —masculló Taylor, plantando un beso en la mata de cabello negro de su esposa: —a veces pienso que tengo dos esposas, porque pasas la mitad del año con tu cabello negro natural, pero luego vuelves a tener el cabello turquesa en lo que empiezas a extrañarlo.

Triana sonrió, y levantó la cabeza, besando los labios del castaño: —te estás llevado el premio doble ¿Que más puedes pedir?

—¿Qué tal si mi hermosa esposa me escribe el discurso? —sonrió, un tanto suplicante.

La pelinegra bufa, y le pego una almohada en toda la cara: —duérmete, y mañana temprano te levantas a hacer el discurso, Taylor Agustín Parker.

—Ahh... —bramo Taylor, quedándose.

☕☕☕

El frío le consumía hasta los huesos a Taylor. Su respiración y ritmo cardíaco eran anormales, y la lluvia empapaba su cuerpo.

Abrió los ojos, encontrando la noche oscura, solitaria, y tormentosa.

Tenía 17 años, acaba de firmar su contrato con el diablo, con Don Ron, había perdido a personas cercanas, y a la mujer que le dio la vida.

Se sentía traicionado por su padre.

Su adolescencia se estaba acabando, y con ello, su alma se consumía con tristeza, rencor, y odio propio.

Sacó del bolsillo de su pantalón su teléfono celular, y noto que la batería estaba muerta.

Estaba afuera de la propiedad Oliveira, no tenía como llamar para que fueran por él, no traía dinero encima, no quería volver a entrar a la casa del demonio, nadie sabía que había ido para ese lugar, y el cielo tormentoso solo daba indicios de que todo empeoraría.

Taylor se sorbió sus mocos, y comenzó a castañear los dientes.

Sus lágrimas le volvieron a ganar, y sintió que moriría ahí, bajo la lluvia, solo, y sintió que se lo merecía por ser un torpe.

—Sube —ordenó una voz inesperada.

El castaño levantó la mirada, y encontró a pocos metros de él, un auto clásico, con los vidrios rotos, y varias laceraciones en sus puertas.

Taylor se talló los ojos, sorprendido por lo que veía.

Por otro lado, Marcus se desesperó un poco, y hasta creyó que la poca reacción de Taylor se causaba por algún golpe, o por la fiebre.

Se bajó del auto, que lamentable Fernando había arruinado, y se acercó a Taylor.

Cuando llegó a su altura, la mirada desconsolada, y asombrada del castaño lo apuñaló en cada fibra de su cuerpo, pero lo que más le dolió, y lamentó, fueron las palabras que Taylor le proporcionó, con tanto terror, pero algo de paz:

—Firme un contrato con el... —sonrió, de forma forzada, e innatural: —ya no... Ya no nos va a lastimar... Ya no morirá nadie más...

Marcus arrugó el ceño, y negó, abrigando a Taylor con su chaqueta: —vamos a casa Tay Tay...

Ahora fue el turno de Taylor en negar: —no quiero ir a casa... —murmuró —no quiero ver el falso sufrimiento de papá... La cara hipócrita de la tía Velen... La falta de empatía de mis primos que apenas han convivido con nosotros —se mordió el labio inferior, reteniendo el llanto, recordando el honesto dolor de tu preciada hermanita menor —no quiero ver la cara de Rony... No me merezco su amor... Yo le arrebate a su madre... Yo maté a mi madre...

Taylor se cayó de zapotazo, en lo que los brazos cálidos, pero bañados en agua de Marcus, lo abrazaron.

—No es tu culpa Taylor... Nosotros no perdimos estos... Nosotros no queríamos que ellos sufrieran... —aclaro Marcus, mirando la entrada de la propiedad. Una mirada llena de odió, rencor, y sufrimiento —y no importa lo que pase Taylor Parker, siempre estaré contigo, tu y yo somos hermanos... Y si es necesario, te sacaré yo mismo del infierno...

Taylor asintió, y después de unos minutos, ambos subieron al auto.

Lo que no sabía ninguno de los dos, es que realmente, esa noche lluviosa, Marcus había ido a sacar a Taylor del infierno.

¿𝙐𝙣 𝙘𝙖𝙛é? 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora