Capítulo veinte:

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NOTA DE LA AUTORA: 
Hoy 25.09.2020 que se publica la corrección de este capítulo, la historia cuenta con 235 paginas de Word, y con 57. 903 palabras. 


DISFRUTEN EL CAPÍTULO: 

𝐓𝐑𝐈𝐀𝐍𝐀 𝐆. 𝐃𝐄𝐋 𝐀𝐋𝐕𝐀.
Mis párpados se elevaron con bastante pereza, pero la abrumadora claridad me hizo cerrarlos de golpes. Parpadee varias veces adaptándome a la luz, luz totalmente diferente a las que me proporcionan mis propias ventanas.

Mi cerebro hizo clic, recordando que el alcohol me guió hasta el departamento de Taylor, el camino no es vivido en mis recuerdos, pero si como me desmorone en sus brazos cuando nos encontrábamos en la ducha.

Si mi cuerpo no estuviera tan inundado de pereza me tomaría el tiempo de abochornarme, pero la cama de Taylor también me invita a olvidar pesares, es muy cómoda, toda esponjosa y con muchas almohadas. Me doy el tiempo de desplazarme de un lado a otro, pero noto la ausencia de algo o, mejor dicho, alguien.

Levante mi tronco y cruce mis piernas sobre la superficie de la cama, sentándome de esta manera. Miré mi alrededor, buscando rastros de Taylor, pero nada, solo visualicé una pequeña nota blanca sobre la encimera de la cocina. Mis pies tocaron el frio piso revestido de cerámica blanca y llegué a la altura de la nota, tenía escrito por fuera "Triana léeme" y leí su contenido:


Nota:

"Tengo un viaje de negocios. Estaré fuera de la ciudad casi una semana, así que podrás descansar de mí. Come lo que quieras de la nevera, y no cotillees los papeles de la empresa.

Firma: Taylor.

P. D: Cuando vuelva espero no verte llorar."


Mi corazón hizo flaquear todo mi cuerpo por un gran latido que estalló. Puede ser felicidad, emoción o anhelo. A veces siento que comienzo a conocer al verdadero Taylor y otras que solo nos destruimos, que él me destruye.

Dejó la nota en su lugar y mordiendo mi labio inferior comencé a andar por todo el departamento. Mis manos acariciaron la encimera, algunas gavetas de la cocina que luego abrí buscando algo de comer. Al encontrar una barra de almendra con hojuelas, me dedique a chismosear lo que es su mini oficina, solo para plasmar en mi memoria todo su hogar.

☕☕☕

Sin Taylor en casa no podía hacer mucho, y tampoco estaba cómoda en una vivienda ajena que apenas conozco. Descubrí mi ropa limpia y doblada sobre uno de los sofás, me la coloque y deje la de el sobre el mismo. Mi aventura ahí ya había llegado a su fin.

Tome el metro más cercano y camine dos calles hasta llegar a casa. El pasillo estaba solo, aunque note al llegar a la altura de mi puerta que la puerta de Damián se encontraba semi-abierta.

Damián es demasiado despistado, y no es anormal que deje a veces la puerta abierta cuando sale apresurado. Me acerque para cerrarla, pero un abrumador grito me lastimo el tímpano.

—¡Perdóname! —vociferó Zanïa desde el interior del departamento ajeno.

—¡Caray! —exclamó Luis por su parte: —¡Dejen el puto escandalo!

Deje mis cosas sobre el piso, y como un gatito curioso abrí más la puerta y asomé la cabeza. Mis fosas nasales se embriagaron del olor a buena comida y mis ojos visualizaron a detalle la situación en el interior del inmueble, primero; Luis estaba desparramado sobre el único sofá de Damián, y tenía una mueca de dolor mezclado con fastidio. Segundo; Zanïa estaba sentada en el piso abrazando con mucha determinación las piernas de Damián.

¿𝙐𝙣 𝙘𝙖𝙛é? 𝑷𝒂𝒓𝒂 𝒅𝒐𝒔.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora